Conforme avanza el siglo XXI, el tema de la inteligencia artificial (IA) se hace indispensable conocer más sobre las oportunidades y las amenazas. La IA es un fenómeno a nivel global y es imparable, tanto así que está cambiando la historia de la humanidad.

A pesar de esto, para la mayoría de las personas pasa totalmente desapercibida. La inteligencia artificial es sin duda la tecnología central que lidera la transformación digital de la cuarta era industrial. Las computadoras con IA están diseñadas para actividades que incluyen reconocimiento de caras, voz, planificación y resolución de problemas.

Generalmente no estamos conscientes de cómo la inteligencia artificial nos beneficia o cómo nos afecta. Nos facilita la vida de múltiples formas, pero también es cierto que genera toda una serie de riesgos a los que debemos estar atentos para reaccionar.

Entre los beneficios contamos que no se cansa a la hora de ensamblar un producto que es repetitivo a lo largo del día de trabajo; una vez definido el trabajo lo hará sin titubeos, sin errores y está disponible a toda hora. No tiene que dormir, comer y es de aprendizaje automático y, como consecuencia, se capacita a una IA con menos costo que a un ser humano.

Ahora tenemos a muchos asistentes a nuestra disposición, los más comunes son Siri, Alexa, Google. Además, en varias plataformas ya hay asistentes que nos guían en procesos de compra, de inscripción, de diseño o incluso de programación. Si disponemos de la información clave antes y sin errores, podemos tomar más rápido y mejores decisiones.

Contamos con aplicaciones diarias donde podemos pedir una canción a un asistente digital, mejorar una foto con una aplicación, corregir un texto en un editor, buscar la mejor ruta en el mapa, elaborar la mejor dieta para perder peso o seleccionar los contenidos de una red social para su consumo, son algunas de las acciones de nuestra rutina diaria de las que hay detrás de la IA. Pero, mucho cuidado, que nuestros datos no están del todo seguros, al estar en manos de programas inteligentes.

Por otro lado, existen algunos riesgos de la IA, que ejercen mucha presión en el medioambiente y preguntarnos qué pasará con el desempleo si todo se automatiza, con la abogacía, la medicina, el transporte o incluso la creación de contenidos y muchos otros más. El desempleo es uno de los grandes peligros que se suelen argumentar, aunque también se crearán muchas nuevas actividades y profesiones.

Si bien las máquinas se vuelven cada vez más inteligentes, los sistemas de inteligencia artificial satisfacen a los seres humanos y se les anima a volverse más confiados. Una de las cosas que una IA no puede tener son emociones. Podemos pensar que mejor, que la frialdad a la hora de tomar decisiones es mejor que dejarse llevar por la empatía y no ser ecuánimes, pero en ocasiones las emociones son necesarias para conservar lo que queda de humanidad.

Como sucede con casi cualquier tecnología, un mal uso de la inteligencia artificial puede tener consecuencias negativas. En el caso militar, la inteligencia artificial está programada para hacer algo devastador con las armas inteligentes, que son sistemas de inteligencia artificial programadas para matar. En las manos de la persona equivocada, estas armas causan bajas masivas sin ningún sentimiento de culpa.

Hay que minimizar la brecha que se abrirá entre los que tienen la inteligencia artificial y los que no la tienen, con una visión optimista considerando como una oportunidad de repensar la desigualdad económica a escala global. Los efectos de estos desafíos tienen tal alcance para cualquier país que es imposible aislarse del resto del mundo.