CATALEJO

elPeriódico: muerte de una voz necesaria

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Desde el momento del anuncio de la muerte de elPeriódico, ocurrida hoy, 41 días antes de los comicios, han aflorado reacciones contradictorias, según se comprenda o no el daño de dejar a una sociedad sin conocer voces disidentes. Este paso afianza la entronización de la dictadura, urgida de silenciar a todos, aunque algunos por torpeza no se dan cuenta y se vuelven enemigos de sí mismos. Los periodistas, como seres humanos, pueden cometer errores y también acciones ilegales o malintencionadas, ciertamente. Pero el efecto de la labor periodística debe ser analizado en lapsos largos, como semanas, meses, hasta años, para descubrir tendencias y así basar críticas o reconocimientos. Alegrarse por la muerte de un diario caracteriza a gente de cerebro no utilizado.

La prensa, sobre todo escrita, es una institución cuyo papel es informar y comentar, poner en contexto, descubrir. Sus integrantes se convierten en escribanos de hechos históricos específicos y con ello dan materia prima de los historiadores. Registra aciertos y yerros de todos y da cobijo a columnistas de diversas tendencias, algunas opuestas, con lo cual el ciudadano puede tener criterios distintos para decidir cómo reaccionar ante la actual ola de información. Su credibilidad deriva de esa cualidad de la palabra impresa en los libros. Por ello la consigna de los tiranos y dictadores es eliminarla, como ocurre hoy con el ortega-murillato de Nicaragua. Tal actitud abarca ambos lados del espectro político o ideológico: sus integrantes tienden a hacer lo mismo.

En Guatemala el hoy claramente fallido experimento democrático iniciado en 1985 sufre la consigna —comunista por excelencia— de quitar el agua al pez para matarlo. Desde 1986 para acá, el gobierno ha participado en la muerte de medios independientes. Para matar al noticiero Aquí el Mundo, Cerezo presionó a Ángel González, so pena de quitarle el uso de las frecuencias estatales a la TV abierta. Arzú mató a la revista Crónica luego de amenazar a los anunciantes, y ahora Giammattei utiliza un corrupto sistema legal a su servicio, lleno de complacientes e irresponsables. Se necesitan pretextos, esbirros sembrados en el sistema judicial y sentimiento de venganza por publicaciones causantes de ira porque pusieron al descubierto verdades incómodas.

' Hoy muere elPeriódico. Sus aciertos y errores serán juzgados por la Historia, cuyo veredicto será implacable con sus asesinos.

Mario Antonio Sandoval

Por supuesto, hubo errores de todo tipo. El camino hacia la libre emisión del pensamiento está lleno de cruces y de lágrimas de viudas, huérfanos, padres, madres, y hermanos de hombres y mujeres periodistas hoy olvidados en el inconsciente colectivo. El actual y súbito fenómeno anti-prensa independiente es mundial y en esto Trump tiene innegable responsabilidad, al no negar su desprecio por el periodismo independiente, para regocijo de quienes en su país y en estos lares lo admiran ciegamente. Entre ellos hay politiqueros locales, encaprichados en no ver esta coincidencia de las dictaduras de izquierda o de derecha. Como dijo el comentarista liberal Carlos Alberto Montaner en su columna de despedida, la lucha hoy es entre dictadura y democracia.

En mis largos 57 años de periodista, he visto la muerte de colegas y periódicos, pero nunca una desaparición porque el Estado está prisionero de fuerzas oscuras y de esbirros expertos en retorcer la ley. Así, Jose Rubén Zamora no tiene posibilidad de un juicio justo: atrasos malintencionados, renuncia obligada de los defensores, encarcelamiento inhumano. Es un castigo a su labor como periodista y los motivos legales son pretextos. Junto con su equipo —los saludo, colegas— ya son parte de la turbulenta historia del periodismo nacional. En la lucha por una democracia real, el lugar de un periodista caído pronto es ocupado por otro, pero la muerte de un diario por politiquería disfrazada, es una puñalada por la espalda a la ciudadanía aunque algunos no lo comprendan.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.