PUNTO DE ENCUENTRO
La dictadura del silencio y la impunidad
Ayer se publicó la última edición digital de diario elPeriódico. Unos meses antes dejó de circular su edición impresa. Su cierre no obedece a una decisión editorial o a la falta de lectores. Todo lo contrario. elPeriódico se vio obligado a cerrar producto del hostigamiento en contra de su equipo periodístico, de la persecución judicial y del encarcelamiento de su fundador y presidente, Jose Rubén Zamora Marroquín; del acoso incesante en contra de sus anunciantes y del terrorismo fiscal y ahogo financiero al que fue sometido.
Por supuesto que todo esto no fue producto de la casualidad. Obedece a un plan maquinado desde los oscuros sótanos del poder del gobierno de Alejandro Giammattei, con la complicidad de quienes integran la alianza corrupta y criminal que hoy tiene capturada a Guatemala.
Silenciar a elPeriódico fue por años el objetivo de las redes ilícitas enquistadas en la institucionalidad pública que, junto a empresarios y políticos corruptos, militares violadores de derechos humanos e integrantes de estructuras del crimen organizado, veían en sus páginas un gran obstáculo para garantizarse impunidad y para que sus acciones mafiosas y delictivas pasaran desapercibidas. Solo durante el gobierno Giammattei-Martínez el diario publicó 200 notas e investigaciones sustentadas sobre casos de corrupción.
Este cierre obligado no habría sido posible sin la captura del aparato de justicia. Anular la independencia de las cortes, perseguir a jueces y fiscales anticorrupción y forzarles al exilio, y tener al MP bajo el dominio de Consuelo Porras Argueta, la incondicional fiscal general “socia” de Giammattei y de Miguel Martínez, fue clave para convertir a la otrora emblemática Fiscalía Especial Contra la Impunidad (Feci) en una herramienta de criminalización y persecución de aquellos a quienes el régimen y sus aliados consideran sus enemigos.
' El cierre obligado de elPeriódico no habría sido posible sin la captura del aparato de justicia.
Marielos Monzón
Y esa es, ni más ni menos, la “etiqueta” que le colocaron a Jose Rubén Zamora. Por eso le armaron un caso sin sustento en 72 horas, a partir del cual allanaron su casa y las oficinas del medio en un aparatoso operativo policial. Por eso lo mantienen sometido a un régimen de aislamiento carcelario en el que puede salir a tomar el sol solamente una hora al día. Por eso la investigación que el juez Jimi Bremer ordenó —a petición de la Feci— en contra de seis periodistas y tres columnistas de elPeriódico, con la que buscan involucrarlos en una supuesta estructura criminal para obstaculizar la justicia.
Por eso la criminalización de varios de sus familiares, incluidos dos primos hermanos y uno de sus hijos. Y también por eso la persecución judicial y las presiones extremas contra los defensores que le representaron: cuatro de sus ocho abogados fueron sometidos a proceso penal y dos están guardando prisión. El objetivo: obligarlos a aceptar cargos y dejar a Zamora en absoluta indefensión. Ese es, ni más ni menos, el escenario que construyeron para forzar el cierre de elPeriódico, aunque ahora lo quieran disfrazar y maquillar.
Podrá el triste personaje Curruchiche alegar que Zamora está siendo procesado por sus actividades como empresario y no por su trabajo como periodista. Pero cada día, todos los días, con sus actuaciones, las de los jueces que conocen el caso y las de las fiscales que acusan se desmiente. Esta embestida de los poderes fácticos deja clara la ruta que están siguiendo: instaurar en Guatemala la dictadura del silencio y la impunidad.
Pero como acertadamente señalaba Prensa Libre ayer en su editorial: “Nada podrá borrar la impronta de elPeriódico”. Seguiremos a diario desde nuestros espacios periodísticos y de opinión manteniendo vivo el periodismo independiente que fiscaliza al poder.