ALEPH

América Latina: laboratorio de dictaduras

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En Latinoamérica, sabemos de dictaduras y modelos autoritarios. Parece que estuvieran en nuestro ADN. Hace unas horas, el presidente de Ecuador firmó el decreto ejecutivo 741, cuyo objetivo era disolver, a través de la muerte cruzada, la Asamblea Nacional y solicitar al Consejo Nacional Electoral convocar a elecciones. “Ecuatorianas y ecuatorianos: esta es la mejor decisión para darle una salida constitucional a la crisis política y conmoción interna que soporta el Ecuador y devolver al pueblo ecuatoriano el poder de decidir su futuro en las próximas elecciones”, escribió en Twitter.

' Hay otro tipo de dictaduras, como la del capital que controla nuestros gobiernos.

Carolina Escobar Sarti

Recordemos también que, en 1979, luego de 45 años de gobiernos dictatoriales y corruptos, calzados con el apellido Somoza, Nicaragua dio un salto gigante hacia la democracia, de la mano de una revolución liderada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). La democracia prometida por el FSLN se confirmó cuando, a través del voto, se eligió a Violeta Chamorro como presidenta de Nicaragua en abril de 1990 y el gobierno de la Revolución le entregó a ella y su partido, el poder. Esa misma democracia hizo que, en el año 2006, Daniel Ortega volviera a la presidencia y Nicaragua continuara consolidando su democracia. Hoy la historia es otra y el gobierno de Ortega se ha autorrecetado, de manera fraudulenta y violenta, un cuarto mandato presidencial consecutivo. ¿Cómo se forja una dictadura?

El Salvador está en boca del mundo entero. Luego de 14 meses de un régimen de excepción, en los que las básicas garantías constitucionales fueran suprimidas, Bukele y su gobierno desestructuraron a las pandillas en ese país, quebrando por el centro su control territorial y sus modos de financiamiento. La medida tiene apasionados críticos y seguidores, se habla ya de violaciones de derechos humanos y también de territorios más seguros, recuperados para la ciudadanía. Antes de implementar tal medida, Bukele había logrado el control de instituciones como el Congreso, claves para su gestión, e incluso había tomado medidas económicas, no siempre populares. Durante la pandemia, además, se acercó a la gente, al construir un hospital para las personas contagiadas, o al regalar computadoras para que niños, niñas y adolescentes estudiaran, sin problemas, durante ese tiempo de encierro y total virtualidad. Veremos qué nos dice el tiempo de este experimento.

La Venezuela de Maduro inició en el 2013. Luego de 20 años de chavismo y dictadura, las instituciones del Estado han sido completamente cooptadas y su independencia es cosa del pasado. Se habla de la precaria sanidad pública, de la hiperinflación y de la pobreza de millones de venezolanos que han tenido que abandonar el país en los últimos años. Tener el control del poder judicial, ha sido central para anular a la Asamblea y hacer explotar, desde dentro, la separación de poderes que pide cualquier democracia. Todo esto ha sido posible, entre otras cosas, gracias a la alineación de las Fuerzas Armadas con el régimen.

Todas las dictaduras comienzan pequeñas y luego se vuelven monstruos. Hay otro tipo de dictaduras que no son tan formal ni técnicamente definidas, como la dictadura del capital que controla nuestros gobiernos y nuestra clase política latinoamericana. Como la del Pacto de Corruptos en Guatemala, que ha venido drenando a la institucionalidad estatal de nuestra precaria democracia, financiando ilícitamente a los partidos que representan sus intereses y poniendo o quitando presidentes y gobiernos. Los tres poderes están alineados y controlados. La libertad de expresión, prensa, información, o la justicia independiente, se castigan con exilio o prisión. Las fuerzas oscuras se alinean, se cierran medios como elPeriódico, el cleptonarcoestado se solidifica y todo apunta a que podrían sentarnos en la presidencia a un potencial dictador, una de esas personas megalómanas, voraces y narcisistas, que tanto queremos por estas tierras.

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