ESCENARIO DE VIDA
Homenaje a mi madre, Amalia S. de Nicol
En el mes de la madre, dedico esta columna a mujeres excelsas, bondadosas, sabias, tiernas, laboriosas, dulces, fuertes como el acero y sencillas y compasivas. Quienes reúnen todas estas cualidades merecen nuestra admiración, pero hay una en particular a la que me referiré: mi madre, Amalia Sandoval Sanchinelli Vda. de Nicol.
' En el libro de texto Moral y Urbanidad basó nuestra formación.
Vida Amor de Paz
Por los años 40, 50, y 60 era poco usual ver a una mujer empresaria exitosa que lograba salir adelante en una Guatemala machista. Eran tiempos en los que los hombres se creían los únicos con derecho a manejar negocios importantes. Sin embargo, ella y mi padre lucharon hombro con hombro repartiéndose atribuciones. El, en la gerencia, y ella en ventas, mercadeo y publicidad. Fue en su negocio, “Agencias Nicol” que llegaron a ser los pioneros de la industria automovilística de Guatemala
Mi madre no solo fue una exitosa empresaria reconocida a nivel nacional, sino que también obtuvo el reconocimiento de una transnacional como la mejor vendedora de una prestigiosa marca de vehículos en Latinoamérica, la Willys Jeep. Además de inteligente, digna y laboriosa, era amorosa, compasiva para con los más necesitados pero al mismo tiempo, extraordinariamente dulce y carismática. Aunque tímida y sencilla, cautivaba por su belleza. Poseía una cara angelical, un abundante pelo oscuro ondulado, unos grandes ojos negros y un cuerpo escultural a lo Sophia Loren.
De forma inesperada se nos fue al cielo a finales del 2018 con 93 años de edad. Del otro lado del umbral, estaba un hombre que la adoraba: mi padre, H.J. Nicol. Al llegar a experimentar la plenitud del mundo espiritual, ya habrá descubierto que está hecha de luz y que Dios la envuelve completamente. Sabemos bien que este mundo que dejamos, es solo una escuela; una caricatura en comparación al lugar donde no hay enfermedad ni muerte, donde no hay odios ni rencores, donde no hay pleitos ni discordancias, Solo hay amor.
Ella me enseñó tantas cosas lindas de la vida. Me decía que en su tiempo les hacían estudiar un curso obligatorio en las escuelas, colegios y liceos que se llamaba “Moral y Urbanidad” y en eso basó nuestra formación. Nos leía cada día capítulos de ese libro que había guardado en su juventud. Ella me contaba que en ese entonces, la educación era muy diferente. Habían maestros dedicados a enseñar las cátedras con propiedad y no solo por la paga. Existía disciplina en las aulas, aunque no se tratara de colegios caros y cada alumno sentía la responsabilidad de cumplir con sus tareas a cabalidad.
A mi madre le debo lo que soy, especialmente por prepararme a entrar en el mundo artístico. Ella poseía una maravillosa voz de “Soprano Ligero” y podía cantar canciones en español, italiano y otros idiomas. ¡Cantaba como ruiseñor. Cuando cumplí los 3 años de edad, ella insistió en que aprendiera a declamar y más adelante me indujo a recibir clases de canto, piano, ballet, y hasta actuación. Hoy soy lo que soy por ella.
El día de la madre me dijo mi hijo, “Mamá, no existe momento en mi vida consciente, ya de adulto, donde tu apoyo ha sido no solo invaluable, y no solo incondicional, sino crucial. Gracias por ser mi base, mi roca.” Y hoy, yo le repito estas mismas palabras a ella.
Mi madre fue una gran campeona. Todos mis hermanos la amamos y hoy le pagamos tributo: Henry, Linda, Roy ( que en paz descanse), Tops, Wisdom Verity y yo. Mi madre está en un lugar privilegiado donde no hay llanto ni dolor, ni tribulaciones de ninguna clase. Hoy y siempre, mi madre permanecerá conmigo y en el corazón de mis hermanos como si jamás se hubiera ido. Es un recuerdo sereno, dulce, pero en especial, un recuerdo eterno.