Actualmente, de las 340 alcaldías, los partidos Vamos y Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) comparten presencia en el 70% de las municipalidades, es decir, unos 240 alcaldes. Según Ramiro Muñoz, director del Registro de Ciudadanos del TSE, en esta ocasión participarán 30 partidos políticos que buscan llegar a cuatro mil 300 cargos de elección popular.
El Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (Incep), en el trabajo documental titulado La historia electoral de Guatemala por departamento, resalta que debido a las condiciones mínimas que los partidos políticos deben cumplir para continuar vigentes, alrededor de 90 agrupaciones han transitado por el escenario nacional durante los últimos 34 años.
Según el informe, la fragmentación del voto, provocada por la participación en muchos municipios de un alto número de candidatos a alcalde, ha contribuido en varios casos a generar incluso clima de conflictividad local, pues los sufragios recibidos por los candidatos ganadores han sido menos del 50%.
Auge de los clanes familiares
A criterio de Jahir Dabroy, investigador en temas sociopolíticos locales y nacionales de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), “los clanes familiares han sido el modelo más recurrente no solo en los gobiernos municipales, sino en los distintos cargos públicos de elección. Estas prácticas son cada vez más evidentes dentro de la política”, indica. Sin embargo, refiere que “en estos casos, la figura del cacicazgo también es evidente, ya que en muchos es determinante para el surgimiento de los clanes familiares”. Un ejemplo de ese modelo es el del exalcalde de Chinautla, Arnoldo Medrano, quien permaneció al frente de esa comuna de 1988 al 2016.
Y es que el exjefe edil llegó al poder local con el desaparecido partido Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG), después se reeligió para el período 1993 a 1997 por el Partido de Avanzada Nacional (PAN). En 1998 fue señalado de anomalías en las elecciones municipales.
No obstante, en el 2004 asumió el cargo por cuarta vez, en esa ocasión con la Gran Alianza Nacional (Gana). Por quinta vez, por la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). Finalmente, en su sexto mandato se unió al Partido Patriota (PP). Luego, heredó el cargo a su sobrina, Brenda
Elizabeth del Cid Medrano, quien se postuló por el desaparecido partido Libertad Democrática Renovada (Lider).
Para las próximas elecciones generales, hay 12 candidatos inscritos a la alcaldía por Chinautla, entre ellos la actual alcaldesa y sobrina de Medrano, quien compite por su tercer período, por el partido de gobierno, Vamos.
Actualmente, el exjefe edil enfrenta cargos por asociación ilícita, fraude y lavado de dinero. También es señalado de haber desviado Q25 millones de las arcas municipales, en lo que también fue vinculado su hijo Gustavo Medrano Osorio, quien fue diputado y compitió en las elecciones del 2019.
Otro de los jefes ediles que espera implementar ese modelo y dar continuidad a su gestión es Esduin Javier Javier, más conocido como Tres Quiebres, alcalde de Ipala, Chiquimula, quien en esta ocasión postuló a su hermano menor Lusvin Ellioani Javier Javier como candidato a la alcaldía de ese municipio por el partido Cambio, que integran también los hijos de Manuel Baldizón.
Por aparte, Esduin Javier Javier se postuló como candidato a diputado por el distrito de Chiquimula, también por la referida agrupación política.
Francisco Quezada, analista del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (Cien), destaca que “el modelo de cacicazgo es donde hay personas o grupos que ya tienen hegemonía en la sociedad. Son personas conocidas que son queridas o temidas, que dan ese paso a la política y buscan formar clanes familiares o étnicos en el poder, y se da más que todo en localidades pequeñas”.
Según Luis Linares, analista político de Asíes, “el modelo clan familiar es una subespecie del modelo cacique, donde esta figura busca la perpetuación o la continuidad de control de la municipalidad”. También cita como ejemplo el caso del exalcalde de Chinautla y su sobrina; el clan Navarijo en San Marcos y recientemente, el del alcalde de Ipala.
El llamado clan Navarijo se integra con Edilma Elizabeth Navarijo de León, quien fungió como alcaldesa de Ocós, San Marcos, durante tres períodos, y desde el 2019 ocupa la silla edil en La Blanca. Su hija Vivian Beatriz Preciado Navarijo es representante del distrito de San Marcos en la primera casilla para el Congreso de la República. Ambas llegaron al cargo por el partido Unidad del Cambio Nacional (UCN) y en este nuevo proceso buscan la reelección por el partido Podemos.
Además, su hijo Carlos Preciado Navarijo, capturado por solicitud de extradición del Gobierno de Estados Unidos en el 2021, por vínculos con el narcotráfico, figuró como candidato a alcalde por Ocós, por el comité cívico La Plantía. No obstante, la planilla y la agrupación quedaron sin efecto, por decisión del TSE, así como la inscripción de Navarijo, ya que no cumplía con los “méritos de capacidad e idoneidad”, según informó la magistrada Blanca Alfaro, el 31 de marzo pasado.
Luis Linares, analista de Asies
Caciques buscan continuidad
Otros alcaldes, en cambio, solo buscan la continuidad en el poder. Este es el caso de Ernest Steve Bran Montenegro, más conocido como Neto Bran, actual jefe edil de Mixco.
Con una fuerte presencia en redes sociales, Bran se postuló por tercera ocasión para la alcaldía, por el Partido Popular Guatemalteco (PPG). En el 2016, ganó por primera vez con el Movimiento Reformador, y cuatro años después, con el partido Todos. En esa ocasión fueron inscritos 20 candidatos por Mixco, incluido Bran.
“Son alcaldes caciques, porque ejercen el control de los municipios y el aparato municipal gira alrededor de una figura”, resalta Linares, analista de Asíes.
“En estos casos, el cacique busca trascender en el poder. Ese modelo es producto del debilitamiento del sistema de partidos políticos, ya que estos buscan a los caciques o los caciques buscan nuevos partidos”, añade.
Sumado a esto, refiere que algunos influentes o “figuras públicas” que se han enrolado en algunas agrupaciones políticas no corresponden a un plan institucional y, seguramente, al lograr un puesto en el poder también buscarán seguir la línea del cacicazgo. Al respecto, Jahir Dabroy, investigador de Asíes, cita al autor Maurice Duverger, en su libro Partidos políticos, en el que señala: “Los partidos no podían desentenderse de la figura del cacicazgo, que como jefe de la unidad territorial se impone por encima de las instituciones para que funcionen de una u otra forma”.
“Muchos alcaldes están amparados en esas figuras de caciques e intentan resolver los problemas inmediatos que no son estructurales. Pueden dar una dádiva a una persona que tiene a un familiar enfermo, por ejemplo, y buscan encauzar esa ayuda social y orientar el voto en algunos municipios. Esta fue la lógica del actual gobierno del presidente Alejandro Giammattei, para que, a cambio de ciertos favores, las municipalidades se convirtieran en articuladoras del voto”, señala.
Según Dabroy, a esto se agrega “que la regeneración partidaria es prácticamente nula. Esto porque quienes están en el poder, en este caso en las municipalidades, figuran de 20 a 25 años en el cargo, se imponen incluso ante las instituciones públicas y esta es la forma de trabajar de tales candidatos”, añade.
Relativa alternancia
A estos modelos se agrega el llamado de relativa alternancia. Según Linares, “este modelo de alternancia relativa no significa que haya un pacto entre los partidos de alternarse en el poder, sino que los candidatos van de un partido a otro, porque si el partido ya no los quiere lanzar o bien ven poco viable su candidatura por la poca fuerza electoral, entonces los mismos aspirantes se postulan por otra agrupación política”.
En ese sentido, indica que esa práctica es la más común y en cada proceso electoral se observa cómo el mismo candidato se postula por otra agrupación política. “La mayoría de los candidatos han tenido una alternancia en los partidos políticos durante los últimos procesos de elecciones, lo cual tampoco es sano, en la medida que los ven como vehículos para llegar al poder, y no como instituciones con una ideología, estructura política y planes de gobierno”, agrega el experto.
A criterio de Quezada, analista del Cien, “la tecnología y las encuestas hacen que estos alcaldes inviertan en la justa medida de tener un caudal electoral que les dé una reelección, utilizan obras clientelares, también monitoreando y encuestando a las comunidades. Aunque no hagan los grandes cambios en el municipio, saben garantizar sus votos”, indica.
Asimismo, señala, según este modelo, los alcaldes contratan a sus activistas y los convierten en agentes de propaganda. Además, invierten recursos para captar votos y hacen contrataciones para garantizar su reelección en el partido de turno, en pequeños municipios.
“Democráticamente, se aspira a que haya alguna alternancia en el cargo, ya que una larga reelección empieza a atentar muchas veces con el modelo democrático. El modelo aspira a una reelección, pero no una indefinida o larga, ya que se producen modelos de acomodamiento y queda gran ventaja sobre el resto de los contendientes por el manejo de recursos públicos y mediático”, opina Quezada.
Sin embargo, resalta “este modelo puede ser positivo o negativo, en el caso de la sucesión del cargo en manos de parientes, ya que puede ser de manera natural, porque el padre y el abuelo ocuparon un cargo; tenemos el ejemplo de los Bush en Estados Unidos. Pero también puede ser negativo, como ocurre en el caso del gobierno de Daniel Ortega y su esposa en Nicaragua”, enfatiza.
En el Compendio electoral departamento de Guatemala, datos y cifras para el debate 2020, del Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (Incep), resalta que la historia de los últimos años confirma una democracia electoral frágil y sujeta a muchos vaivenes.
Además, según el Barómetro de las Américas, la afiliación partidista en Guatemala ha caído a su nivel más bajo desde el 2006. Esto debido a que menos del 6% de los guatemaltecos dice simpatizar con un partido, la tasa más baja de la región en el 2016 y el 2017.
Institucional, no tan frecuente
Finalmente, el modelo institucional partidario es el menos frecuente, coinciden analistas. “Un claro ejemplo de modelo institucional lo constituye el ahora Partido Unionista (PU), fundado en el 2002 por el exalcalde Álvaro Arzú, luego de la desaparición del Partido de Avanzada Nacional (PAN). De esa cuenta, el Partido Unionista se ha convertido en una agrupación política fuerte en el distrito electoral más grande, logrando reelegir al alcalde capitalino en seis ocasiones”, comenta Luis Linares, de Asíes.
A su criterio, ese modelo es el que debiera prevalecer y se dio en los años cuando los alcaldes eran gente de base de los partidos políticos, se identificaban con la ideología de partidos como el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y el Partido Revolucionario (PR), entre otros.
“Ese modelo se ve expresado en el PU y ahora, con la ausencia de Álvaro Arzú, se demostró que la institucionalidad giraba alrededor de la organización y no de la figura partidaria. Esta es una estructura que le permitió cederle el poder que tenía al alcalde Ricardo Quiñónez, quien se ha mantenido y va por la reelección”, agrega Linares.
Para Quezada, del Cien, “cada vez es más necesaria una reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (Lepp), en el apartado de comités cívicos, ya que estas organizaciones adolecen de muchas desventajas en comparación con los partidos políticos, y esto ha generado que los modelos de clanes familiares o caciques se den con más frecuencia en varios municipios”.
“Para muchos partidos políticos, comprar el voto o dirigirlo se ha vuelto una práctica común y es algo que atenta contra la democracia y la puede llevar a convertirse en una dictadura”, enfatiza.
Según el analista, los comités cívicos que han tenido éxito han sido los de pequeñas localidades donde el alcalde y su corporación no se han querido alinear con ningún partido ya establecido, sino que prefieren emprender su propio movimiento.
Por su parte, José Francisco Mejía Flores, presidente de la Asociación de Municipalidades (Anam), quien también se postuló nuevamente para la alcaldía de El Jícaro, El Progreso, señala que “la Anam ha promovido el modelo de gobierno municipalista, el cual impulsó en las 340 alcaldías, para poder trabajar todos por un mismo objetivo y en la búsqueda de resultados, con el apoyo del gobierno central y los diputados, para atender las necesidades más urgentes de los habitantes de cada región”.
Incumplen principales funciones
Según el ranquin de la gestión municipal de Guatemala 2020-2021, publicado por la Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia (Segeplán), nueve de cada 10 municipalidades a nivel nacional no cumplen con una de sus funciones principales, que es la de proveer servicios públicos municipales a los vecinos del área de su jurisdicción.
El estudio revela que, de los 340 gobiernos municipales, 314 obtuvieron calificaciones bajas y medio bajas en la medición de prestación de servicios públicos, es decir, el 92% de las comunas. Al respecto, el presidente de la Anam, José Francisco Mejía, atribuye ese fenómeno a que hay muchos alcaldes nuevos que llevan a su gente, que no tiene la capacidad que tenía la anterior o con poca experiencia, por lo que automáticamente bajan en la clasificación.