EDITORIAL

Cita con la historia

A pesar de las controversias, de las inoperancias de la Ley Electoral, de veleidades y discrecionalidades, de un disfuncional sistema partidario para la designación de candidatos, la ciudadanía ejercerá hoy, domingo 25 de junio, su Decisión Libre.

El más inmediato criterio de juicio son los incumplimientos o abiertas mentiras de las personas electas en el 2019, pero también las de 2015, 2012 y períodos anteriores. También están los abordajes pendientes del desarrollo integral, así como los ofrecimientos de campaña, algunos de los cuales rozan con el cohecho, el clientelismo o el chantaje para conseguir votos por abonos.

Pese a todo, las elecciones generales de 2023 siguen adelante. En su tramo crucial, hoy miles de ciudadanos intachables están involucrados: juntas de mesas receptoras de votos, juntas coordinadoras de centros, juntas municipales y departamentales, conteo de votos a viva voz, con derecho y obligación de registro y revisión de impugnaciones por parte de fiscales de partidos. Además, se cuenta con observadores nacionales y extranjeros, a lo cual se suma la cobertura de prensa. Cualquier intentona imprudente, indigna o irresponsable quedaría evidenciada y registrada en tiempo real. Ya no estamos en los tiempos de apagones inexplicables ni en una escena de Si yo fuera diputado, de Cantinflas, aunque ciertos politiqueros sigan atrapados en paradigmas arcaicos.

Votantes guatemaltecos, dentro y fuera del país, acudirán fieles a su cita con la historia y el porvenir de la patria. Ejercerán el voto desde su particular perspectiva ideológica, desde su realidad socioeconómica, su convicción de un mejor porvenir personal, comunitario y nacional; desde su específica óptica generacional, pero aglutinados bajo el concepto de libertad de decisión.

Para los partidos debería ser claro el desfase de sus mecanismos tradicionales, sus viejos métodos de definición de liderazgos, de discusión de propuestas y participación en el debate parlamentario y cívico. Y si no les queda claro es porque ya están divorciados totalmente de las necesidades y exigencias de los ciudadanos.

En 1984 se inició el proceso de retorno a la democracia, después de décadas de golpes de Estado y gobiernos represivos. Los guatemaltecos menores de 35 años, es decir la mayoría, quizá no tienen tan vívida la memoria de la confrontación, las hostilidades y polarización que segó tantas vidas y privó a la Nación de intelectos cuyo diálogo habría acrisolado mejores opciones de progreso económico, social, educativo, nutricional o de infraestructura.

Nuestra democracia se ha visto sacudida por intolerancias, extremismos, corrupción, trasiegos de influencias, conflictos de interés y la negligencia de autoridades a cargo de velar por el cumplimiento de la ley. Pero la dignidad ciudadana sigue allí, incólume, crítica y, sobre todo, necesitada de resultados históricos. Esa es la mejor razón para acudir hoy a las urnas: recordar que este país se erige por y para los guatemaltecos, sus hijos y los hijos de sus hijos.

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