EDITORIAL
Otros 20 nombres van al anodino Parlacén
Partidos que se dicen críticos férreos de las deficiencias del sistema y que fiscalizan la funcionalidad de entes y organismos estatales también postulan planillas para integrar el improductivo, oneroso y anodino ente regional denominado Parlamento Centroamericano (Parlacén), establecido en 1991 y cuyo defecto de nacimiento fue carecer de todo carácter vinculante o relieve interestatal, excepto para los respectivos contribuyentes. Sus integrantes pasajeros intentan simular alguna notoriedad, sobre todo cuando ocupan un cargo directivo, para justificar los US$4 mil de ingresos mensuales, aunque a otros ni siquiera les importa aparentar.
Uno de los mayores absurdos de su tratado constitutivo fue incluir curules para presidentes y vicepresidentes que finalizan su mandato en cada país, una rémora burocrática que no distingue entre buenos o malos desempeños, pero que les provee de inmunidad. Cabe recordar cómo la noche del 14 de enero del 2020 el expresidente Jimmy Morales corrió a ser juramentado. La sede del Parlacén en la zona 5 estaba rodeada de manifestantes y la sesión se efectuó en un hotel capitalino al filo de la medianoche. No había ningún caso judicial formal contra Morales, pero la inmunidad del Parlacén impide investigarlo por un supuesto financiamiento ilícito o por su presunta responsabilidad en la muerte de 42 menores en la tragedia del Hogar Seguro.
Otros exmandatarios de la región buscaron el fuero especial en ese espacio, incluso algunos que de candidatos despotricaron contra la entidad. A la fecha no existe ni un solo resultado positivo de dicho organismo, que solo emite pronunciamientos, felicitaciones y puntos resolutivos que salen muy onerosos, porque los aprueba una mayoría intrascendente.
Asimismo, se dan a lo interno rencillas bizantinas que exhiben la incoherencia institucional. En el 2022, el vicepresidente del Parlacén, un diputado nicaragüense homónimo de Daniel Ortega, fue condecorado por el Gobierno de Vladímir Putin con la “Orden de la Amistad”, a pesar de la controversia mundial por la invasión rusa a Ucrania. Ese mes, ese mismo diputado firmó un punto resolutivo en el que cuatro integrantes —Panamá, El Salvador, Nicaragua y República Dominicana— reconocían la existencia de una sola China y suprimieron la comparecencia del embajador de Taiwán, país donante y observador desde 1999.
Tiene más peso el Sistema de Integración Centroamericana (Sica), que ha propiciado uniones aduaneras y otros tratados. Por tal razón, el Parlacén se le arrima como si ello le atrajera, por ósmosis, alguna importancia política. Pero no es así. Al hablar de un retiro de Guatemala de la instancia, surge que es imposible sin la autorización de los otros países. No se oye nunca a falsos adalides de la soberanía rasgarse las vestiduras ante dicha imposición. Si el país se sumó a ese foro en 1991, después de la Constitución, es hora de encontrar las vías legales para abandonarlo.
Si lo que se busca es credibilidad habría que efectuar reformas radicales, como el despojo de inmunidad de sus integrantes, la reducción del número arbitrario de representantes y el avance gradual de la región hacia un gobierno federativo o mancomunado. A las camarillas del poder de turno en cada país eso no les interesa. Pero si así fuera, deberían surgir mecanismos de sanción para asegurar total respeto al estado de Derecho, lo cual haría inviable aceptar en un foro democrático a un gobierno dictatorial, intolerante y violento como el de la Nicaragua sandinista. Es más barato cerrarlo.