EDITORIAL
Desesperado escape desafía estrategias
Las cifras son elocuentes: la patrulla fronteriza de Estados Unidos reporta, entre octubre de 2022 y mayo de 2023, 111 mil 344 encuentros con migrantes guatemaltecos. Ese número es la suma de 62 mil 448 adultos, 16 mil 78 unidades familiares y 32 mil 800 menores de edad no acompañados. Sí, el éxodo continúa, acicateado por la pobreza, el desempleo —sobre todo para jóvenes y cabezas de familia—, las pérdidas agrícolas y también la violencia e impunidad imperantes en determinadas áreas, no solo causadas por la acción de pandillas, sino también de grupos del crimen organizado que actúan a sus anchas y aterrorizan a las comunidades, que no se atreven siquiera a denunciar debido a ramificaciones que abarcan a funcionarios ediles, policiales e incluso diputados provenientes de narcopartidos.
Decenas de miles de connacionales son repatriados, por tierra y aire, tras ser capturados en el trayecto por México o a su arribo a la frontera estadounidense. Los proscritos coyotes obviamente continúan sus acciones e incluso tienen ofertas de hasta tres intentos por el mismo monto: una carrera contra el peligro, contra el desierto e incluso contra la muerte, que a veces trunca cualquier sueño.
Poco les importan tantas vidas a las bandas criminales de trata, en las cuales se han involucrado ya gavillas del narco que buscan su tajada de tan inhumana operación. Ayer fue localizado en Cardel, Veracruz, un camión cuyo furgón fue adaptado para dos pisos a fin de hacinar a más viajeros. En este iban 303 personas, al borde de la asfixia y bajo efectos de sedantes para inhibir necesidades fisiológicas y reducir la frecuencia respiratoria: una bestial industria que hace millones de dólares a partir de la precariedad y la angustia.
En junio de 2022 fallecieron 53 migrantes asfixiados luego de haber sido abandonado en San Antonio, Texas, el furgón en que los trasladaban. El 17 de junio último, 51 guatemaltecos fueron rescatados de la caja de otro camión. El 6 de marzo, 343 viajeros indocumentados estuvieron a punto de morir asfixiados en otro transporte abandonado, entre ellos 103 menores. Apenas el 11 de abril Guatemala recibía los cuerpos repatriados de 17 de los 19 guatemaltecos que murieron calcinados en el incendio de un centro de detención migratoria, en Ciudad Juárez.
Pero el éxodo no puede proseguir indefinidamente porque más temprano que tarde golpeará la fuerza productiva del país; de hecho, ya se reporta falta de mano de obra en algunas regiones y sectores. El flujo de remesas, que alcanza máximos históricos este año, no es garantía a largo plazo. El camino pasa por descentralizar el desarrollo y crear oportunidades productivas en varios puntos del país, sobre todo en aquellos que sufren la ausencia del Estado. El establecimiento de algunas inversiones en la provincia marca una pauta acertada, pero se necesita mejora educativa para formar ese capital humano, infraestructura eficiente para potenciar el comercio, así como seguridad ciudadana y certeza jurídica para que los inversionistas lleguen y permanezcan en el país. El Plan Alianza para Centroamérica, al cual se sumaron varias compañías, es promisorio. Pero el Estado también debería hacer uso innovador de recursos financieros disponibles para propiciar proyectos ecoturísticos, agrícolas, artesanales y emprendimientos con pertinencia cultural. Por supuesto, se requiere de transparencia y una ejecución eficiente, algo a lo cual rehúyen bancadas del Congreso que solo buscan botines para que camine su ambición. Pero esto tampoco es sostenible ni tolerable.