EDITORIAL

Urge contener oleada de dengue en el país

Aunque podría parecer que 45 municipios del país afectados por el aumento de casos de dengue abarcan apenas un 15% del total de demarcaciones ediles, el peligro de expansión es real y concreto debido a la proliferación del mosquito vector a causa del cambio climático y de la temporada de lluvias. El mecanismo de transmisión es de sobra conocido: al picar dicho insecto a una persona con la enfermedad se convierte en un portador inmediato para tres o más personas que aún no la padecen.

El incremento es notorio; un 75% si se compara este año con el mismo período del 2022. Hasta el 24 de junio último se registraban 4 mil 923 casos, mientras que en el primer semestre del año pasado eran 2 mil 807. La alerta del Ministerio de Salud se declaró en febrero, pero las cifras exponen que no han sido suficientes los esfuerzos para erradicar criaderos de mosquitos, una tarea en la cual se debe involucrar a la población de manera constante y no solo durante la emergencia.

Entre los 45 municipios calificados de “muy alto riesgo” de transmisión de dengue, cuatro están en Chiquimula, donde la incidencia se ha multiplicado por seis. En el 2022 hubo 92 casos, pero al 1 de julio del 2023 iban 547. El 59% se localizan en la cabecera departamental y un 24% en Esquipulas, donde se reporta además el primer deceso confirmado por infección con el virus del dengue. Se debe tomar en cuenta que tanto Esquipulas como Chiquimula son lugares de intenso tráfico de peregrinos que visitan la basílica del Santo Cristo, comerciantes del área del trifinio y también grupos de migrantes provenientes de países del Istmo y Sudamérica. Aunque no sean pacientes de dengue, se ven expuestos a la picadura de mosquitos.

Los esfuerzos a nivel global habían alcanzado hasta 2019 una fuerte reducción en la incidencia de dengue, zika y chikunguña, pero el impacto de la pandemia y el enfoque de los sistemas de salud en su tratamiento y prevención ocasionó retrocesos en otras batallas que también reportaban miles de casos y centenares de fallecidos alrededor del mundo, mucho antes del coronavirus. El llamado de la Organización Mundial de la Salud apunta ahora a recuperar terreno y a evitar que estas infecciones se sigan expandiendo, sobre todo en áreas costeras.

Es un hecho que el calentamiento global ha causado una proliferación del mosquito vector, que antes predominaba en territorios con menos de mil metros sobre el nivel del mar y ahora se encuentran cada vez con más frecuencia en latitudes montañosas, por el aumento de temperatura, ambiente propicio para su reproducción.

Una recaída similar han tenido las medidas de prevención contra enfermedades infantiles devastadoras como el sarampión, la poliomielitis, difteria o tuberculosis. El miedo a la pandemia y los bulos perversos acerca de la vacunación ocasionaron una dañosa reticencia en muchos padres. La consecuencia de esto ha sido un incremento en el riesgo de padecer complicaciones de dichos padecimientos, algunas de las cuales pueden dejar secuelas de por vida.

Los gobiernos deben involucrarse de lleno en informar a la población sobre el riesgo al cual se enfrenta y las acciones concretas por tomar en contra del dengue y otras enfermedades. Los sistemas escolares pueden ser fuertes multiplicadores de información, ya que están en contacto con mentes receptivas y frescas, las de los propios niños, que pueden trasladar el mensaje a sus hogares.

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