EDITORIAL
Ineficiencia favorece la depredación ambiental
Ya desde los tiempos evocados en la magistral novela Guayacán, de Virgilio Rodríguez Macal, basada en hechos reales y ambientada en la selva petenera de mediados del siglo XX, era tema de preocupación frecuente la incursión de taladores de árboles y cazadores furtivos provenientes de territorio mexicano. Pero aún eran tiempos en los cuales tal tesoro del misterio verde, para aludir a otra de las obras del literato, parecía infinito, interminable, con una exuberancia tal que hasta las autoridades daban poca importancia, si es que se llegaban a dar cuenta de aquellas abusivas e impunes transgresiones.
Sin embargo, con el paso de las décadas, la selva petenera ha sido diezmada y con ella han desaparecido miríadas de ejemplares de flora y fauna. La Reserva de la Biosfera Maya, integrada por varios parques, biotopos y zonas de protección y amortiguamiento, fue creada en 1990 para asegurar la preservación de ese patrimonio biológico nacional. Se trata del mayor pulmón de Mesoamérica y, a la luz del deterioro climático global, una auténtica joya ambiental que debería tener suficientes guardarrecursos debidamente equipados y con el apoyo constante, incondicional e institucional de la Policía Nacional Civil y el Ejército de Guatemala para combatir a cazadores furtivos y ladrones de maderas preciosas.
Desafortunadamente, tal sistema de protección adolece de discontinuidades y descoordinaciones que le dejan amplio margen de acción a delincuentes que matan y saquean especies en los parques nacionales. Las denuncias no son nuevas, y eso permite dimensionar el nivel de descuido. La más reciente data del 30 de junio, cuando un reconocido conservacionista denunció tropelías y amenazas de muerte.
Entidades como el Ministerio Público y la División de Protección a la Naturaleza de la PNC (Diprona) deberían tener completos expedientes sobre el actuar de estos facinerosos, reportes de capturas, reincidencias y procesos judiciales ejemplares emprendidos. Sin embargo, ante las denuncias recientes de Asturias, la Fiscalía de Petén se limitó a decir que comenzarían una investigación de oficio, una respuesta políticamente correcta, pero técnicamente desalentadora. La peligrosidad de los individuos señalados precisa de acciones inmediatas, rigurosas y sistemáticas para sentar precedentes en materia de resguardo ambiental.
Guatemala tiene un potencial económico valiosísimo, incomparable y altamente redituable en el ecoturismo: un campo que países como Costa Rica, Honduras y El Salvador, con mucho menos zonas climáticas y menos bosques tropicales, logran capitalizar exitosamente. La clave para lograr tal salto cualitativo está obviamente en proteger la supervivencia de las áreas protegidas, en crear programas de capacitación ecoturística, para que las comunidades puedan mejorar su economía con la prestación de servicios de calidad y, por supuesto, velar por la seguridad pública integral, con tecnología de punta, monitoreo satelital y patrullajes profesionales.
Desafortunadamente, el cerco alrededor del mayor tesoro natural de Guatemala se cierra cada vez más a causa del avance de la narcoganadería, la construcción de pistas clandestinas de aterrizaje, los fuegos forestales y el acicateo de invasiones. En algunos casos hay tráfico de influencias y conflictos de interés que bloquean dolosamente el actuar del Estado; pero dadas las circunstancias, es tiempo de superar ineficiencias y favoritismos para priorizar el bien del país.