dpa: ¿Por qué el aburrimiento y la frustración en realidad les hacen bien a los niños?
Rüdiger Maas: El aburrimiento es muy importante, porque los niños se vuelven creativos a partir de él y pueden aprender a contribuir a dar forma a su entorno. Sin embargo, hoy en día muchos padres tienen el impulso de entretenerlos, sobre todo cuando el niño se aburre. A la larga eso lleva a que los niños esperen de entrada que su entorno juegue con ellos. Si no lo hace, se frustran más rápidamente y culpan a su entorno.
La frustración en principio es algo negativo. Pero los padres hacen bien si dejan que de vez en cuando los niños la gestionen por sí mismos, porque así aprenden que lo pueden hacer. Si uno nunca tuvo experiencias de frustración, más adelante, cuando se tope con cosas más grandes, no tiene entrenamiento. Porque eso es lo que pasará. Hoy en día, por ejemplo, estamos viendo cómo los jóvenes se quiebran ante penas de amor. Por algo sobre lo que ya no tienen influencia los padres o el entorno.
dpa: ¿Cuál es la mejor manera para los padres de gestionar el aburrimiento y la frustración de sus hijos?
Rüdiger Maas: Cuando el niño se aburre, los padres primero deben entender: ese es un problema del niño y no de ellos. No son responsables de quitarle el aburrimiento al niño. En realidad, los padres deben armarse de paciencia por entre cinco y diez minutos y entonces en general el niño encuentra una manera de superar el aburrimiento. Muchas veces el hecho de que los padres hagan propuestas o se activen solo profundiza su insatisfacción.
Los padres deben poder confiar en sus hijos. Por ejemplo, no es necesario que con mal tiempo enseguida los lleven en coche a la escuela. Porque así posiblemente los niños reciban el mensaje: no tengo que aguantar nada ni sufrir nada, porque siempre habrá alguien que me lo evitará. De la misma manera es tarea de los padres decir a veces que “no”.
dpa: ¿Tiene algún consejo para lidiar con la presión del lloriqueo del aburrimiento?
Rüdiger Maas: Sí, se llama “reframing”, es decir, resignificar la situación. Como padres se pueden alegrar de que su hijo ahora tenga la oportunidad de crear algo de la nada. Repliéguese y quizá aliente al niño diciéndole que se alegra por las ideas que se le ocurrirán ahora. Y luego debe ejercitar la paciencia. Piense: usted es padre, no es su deber entretenerlo.
dpa: ¿Lo mismo vale para la agenda de los niños? Es decir, ¿menos es más?
Rüdiger Maas: Claro. Muchos padres tienen la idea de que cuánto más invierten en el niño, por ejemplo, en tiempo y formación, más resultados habrá. O el fin de semana quieren compensar todo aquello, para lo cual en la semana no tuvieron tiempo. Pero los niños muchas veces no pueden procesar esa abundancia y los constantes cambios de rumbo.
Y un poco más de todo no hace a los niños automáticamente más felices. Aun cuando hoy en día nuestro mundo funcione así, que todo siempre se vuelve más y además tiene que estar disponible de inmediato. Casi no hay situaciones en las que haya que ejercitar la paciencia y esperar ciertos períodos de tiempo. Y eso que sobre todo en los primeros años es muy importante entrenar eso.
dpa: ¿Cómo pueden hacer los padres para facilitar a los hijos otra vez estas situaciones?
Rüdiger Maas: Tienen que permitir que los niños pasen tiempo aburridos. No tienen que compensar todo. En vez de eso, es mejor ser observador y dejar que los hijos descubran algo totalmente por sí mismos. Intente no organizar el mejor cumpleaños infantil con los compañeros de la escuela. Los niños de ocho años también pueden jugar solos de vez en cuando. No es necesario que los padres estén interviniendo constantemente.
Esto puede sonar extremista, pero mi consejo a los padres es: relájense, no es tanto lo que puede salir mal si alguna vez simplemente no hacen nada.
dpa: En vez de entretener constantemente, usted insta a los padres a brindarles atención total a los niños cuando lo hacen. ¿Cómo se hace eso en tiempos de multitasking?
Rüdiger Maas: Las superposiciones no son buenas. Necesitamos tiempo con nuestros hijos libre de trabajo y de teléfonos móviles para poder concentrarnos totalmente en ellos. No intente hacer todo al mismo tiempo.
Una cotidianeidad estructurada puede ayudar a ello. Por ejemplo, apagar el teléfono al llegar a casa y comer juntos. En vez de acudir a lo digital, leerles a los niños de noche a la manera clásica. También los adultos necesitan estructuras para parar. Si usted se estimula constantemente, esa presión se traslada a los niños.