Los retos de creación de empleo son enormes como lo muestra el desempeño de las últimas dos décadas. Si mantenemos el ritmo de creación de empleo formal de los años 2000 al 2022, tardaríamos 47 años en crear los 1.8 millones de buenos empleos. Incluso con el ritmo de creación de empleos del gobierno actual, el cual se aceleró considerablemente, aún tardaríamos 29 años. Es decir, el joven que hoy tiene 18 años, tendría que esperar a cumplir 47 años para tener un empleo que pague el salario mínimo y todas las prestaciones de ley.
Una inyección masiva de inversión privada
Si queremos generar empleos formales más rápidamente para la actual generación de jóvenes necesitamos una inyección masiva de inversión privada. Para crear los 1.8 millones de empleos formales, que ganen salario mínimo y todas las prestaciones de ley, se requiere, como mínimo, $31.3 mil millones de inversión privada (aproximadamente Q.134 mil para crear cada puesto de trabajo). ¿Qué tanto es esto? Esto equivale a: 33% de la economía guatemalteca en el 2022; 192% de la inversión total (pública, privada, nacional y extranjera) del año 2022; o, 22 veces la Inversión Extranjera Directa que entró a Guatemala en el 2022. Y, esto sólo es la inversión para crear dichos empleos: además se necesita mantener la inversión para que dichos empleos sigan existiendo. Claramente, el esfuerzo es de tal naturaleza que con la inversión nacional no es suficiente, por lo que se hace necesario una estrategia agresiva de atracción de inversiones.
Este empleo se crearía gracias al sector de manufactura ligera (juguetes, vestuario, ensamble de productos electrónicos, ensamble de línea blanca, etc.). Este sector tiene dos ventajas para Guatemala hoy en día. Primero, este sector puede fácilmente absorber trabajadores que tienen entre primaria y secundaria completa, en línea con el tipo de trabajador joven del país -y que podría capacitarse rápidamente en una alianza MINECO-INTECAP. Segundo, existen muchas oportunidades para atraer inversiones que buscan relocalizar parte de su producción de Asia hacia América Latina. Si queremos algo más sofisticado, apuesta que debiera complementar y no sustituir el planteamiento de la manufactura ligera, el problema es que cada empleo se vuelve considerablemente más costoso. Por ejemplo, la producción de microchips ayudaría a diversificar y a modernizar el país, pero requiere costos mayores para crear empleos. Tan sólo comprar una máquina de litografía ultravioleta (EUV en inglés), necesaria para crear los microchips, cuesta US$140 millones y difícilmente crearía cien empleos (Q.10.4 millones por cada puesto de trabajo, o 77 veces más caro al empleo de manufactura ligera).
El brinco que hace falta
Este brinco de inversión privada, gracias a inversionistas extranjeros, demandaría, urgentemente, que sea complementada con un brinco importante de inversión pública y privada nacional. La razón es que, con las condiciones actuales, es poco viable crear 1.8 millones de empleos formales adicionales. El estado en las carreteras, los puertos, los aeropuertos y las aduanas haría inmanejable los niveles de embotellamiento. A la vez, la demanda de energía eléctrica y agua potable crecería tan rápido que se generarían cortes en los servicios. Además, hay que reconocer que se requerirían inversiones adicionales: se necesitaría parques industriales para las más de 1,400 fábricas nuevas que generarían este tipo de empleo; se necesitaría vivienda cerca de estas nuevas fuentes de empleo; se necesitaría comercios y otras actividades económicas para estos trabajadores con mayores ingresos.
Sólo complementando el esfuerzo público, privado nacional y privado extranjero, aceleraremos la generación de 1.8 millones de empleos para los jóvenes del país.
* Lisardo Bolaños es coordinador técnico en Guatemala No Se Detiene