EDITORIAL

A tres días del décimo balotaje consecutivo

Todas las elecciones presidenciales guatemaltecas por la vía de las urnas se han tenido que definir en segunda vuelta, desde 1986, lo que es muestra de la incapacidad de los actores políticos de convencer fehacientemente a la población en los comicios generales, ya sea por la dispersión partidaria, poco conocimiento o falta de propuestas. En todo caso, el próximo domingo tendrá lugar el décimo balotaje, en una campaña que ha tenido su propia carga de polémicas, señalamientos, infundios y porristas, ya sea del propio partido o de sectores ciudadanos afines.

El relato periodístico de cada proceso electoral consta de noticias, entrevistas, reportajes, crónicas y también artículos de opinión, en los cuales sus autores pueden analizar factores y situaciones, mas no externar preferencias nominales. Tal postura de equidistancia e imparcialidad se declara desde nuestro primer editorial en 1951, un aniversario que celebraremos este año en plena cobertura de la decisión libre de los ciudadanos guatemaltecos, a quienes servimos.

Prácticamente todos los días, meses y años se efectúan encuestas en el país, como parte de investigaciones sociales para evaluar las preferencias, necesidades y actitudes de la población. A veces forman parte de estudios de mercado para la creación o transformación de bienes y servicios; en otros casos forman parte de la observación económica y comunitaria, como sucede con las encuestas nacionales de condiciones de vida, empleo o costo de vida. El objetivo de una encuesta es darle magnitud numérica a posturas en favor o en contra de ciertos temas, conocer intereses, ventajas, costumbres, expectativas. En el plano político, se emplea este recurso para conocer preferencias electorales en un período determinado. Como tal, no se trata de una predicción.

Equipos de mercadeo político y asesores de campaña han vendido las encuestas como vaticinio y casi como anticipado canto de victoria, en el intento de mantener contento a su cliente, al menos mientras termina la campaña y también para tratar de persuadir a la población de sumarse al equipo supuestamente “ganador”. Eso explica su total desaparición después de la primera vuelta.

La Encuesta Libre, de Prensa Libre y Guatevisión es un estudio serio, objetivo, técnico y científico desarrollado por la compañía ProDatos. Su metodología se rige por la composición del padrón electoral y su distribución; con base en ello se crea una matriz de puntos numerados de muestreo elegidos científicamente. Los encuestadores se dirigen al número señalado para desarrollar entrevistas de ciudadanos a quienes nunca antes han visto y que aceptan participar. En este caso, las preguntas se centraron en la intención de voto entre los candidatos Bernardo Arévalo, del Movimiento Semilla, y Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza.

Tal como ocurrió en la primera vuelta, los resultados reflejan el escenario nacional hasta el momento de la recopilación de información. Entre el 20 y el 25 de junio se entremezclaron muchos factores, algunos de los cuales ya se advertían en la Encuesta Libre, así como errores tácticos y coyunturas nacionales que le terminaron pasando factura a muchos partidos. La ciudadanía definió a los dos finalistas, con lo cual se refrenda el carácter no predictivo de esta herramienta. En todo caso, lo más importante no son las tendencias de favoritismo, sino los problemas, preocupaciones, desencantos y expectativas que los encuestados expresan y que se repiten cada cuatro años. Al respecto, ningún partido se queja, lo cual es lamentable, porque desnuda su indiferencia hacia la realidad ciudadana.

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