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Cuando la historia tiende a repetirse

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Hace 78 años, Juan José Arévalo Bermejo, un hombre prácticamente desconocido en el ámbito político nacional, tras una sorpresiva y arrolladora victoria del 86 por ciento de los votos tomaba posesión, en 1945, como el primer presidente de Guatemala electo democráticamente.

' Arévalo tiene en sus manos cambiar el rumbo de la historia de Guatemala, como lo hizo su padre hace 78 años.

Brenda Sanchinelli

Arévalo, quien había obtenido una beca oficial para realizar sus estudios superiores en el extranjero, se trasladó a la República Argentina en 1927. Y luego, en 1944, tras la caída de Ubico, fue llamado por antiguos compañeros y amigos para ser candidato presidencial del Partido Acción Revolucionaria (PAR), por sus méritos intelectuales y carisma. Recorrió el país haciendo campaña, y en diciembre de ese mismo año fue electo presidente.

Entre sus grandes logros está la creación del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), la construcción de escuelas tipo Federación, la Ciudad Olímpica, la Ley de Escalafón del Magisterio Nacional, el Código de Trabajo, la promoción y difusión de libros y el apoyo a la formación de artistas. Arévalo es recordado como uno de los políticos más honestos y eficaces que ha tenido el país.

Increíblemente, la historia que ocurrió hace tanto tiempo hoy se vuelve a repetir con su hijo, Bernardo Arévalo de León. Una persona casi desconocida en el medio político, que ni siquiera pudo ser detectada como favorita, en las encuestas de la primera vuelta, pero por factores casuísticos que dejaron fuera a tres de los contendientes más populares, que eran los preferidos justamente por no pertenecer al sistema corrupto, la gente se vuelca a la opción de Arévalo, que prometía luchar contra la corrupción.

Ya en la segunda vuelta y dándose a conocer por su plan de gobierno, entonces este outsider obtiene una arrasadora victoria, en circunstancias muy similares a las de su padre. Arévalo obtuvo el 58 por ciento de los votos, en comparación con el 37.2 por ciento de Sandra Torres.

Arévalo no es político. De hecho, dijo que incursionó en política partidaria hasta que tenía 56 años, y eso porque vio la necesidad de la participación de otro tipo de personas dentro del gobierno. Nació en Uruguay durante el exilio de su familia, debido a la persecución del régimen que había recuperado el poder y derrocado al presidente Jacobo Árbenz en 1954. Arévalo se presentó como “el hijo del mejor presidente de Guatemala”, un reconocimiento que varias generaciones han dado a Juan José Arévalo Bermejo, el presidente reformista que gobernó nuestro país de 1945 a 1951.

El presidente electo es uno de los fundadores de Semilla, una fuerza promovida por intelectuales y jóvenes profesionales, indignados por las formas tradicionales politiqueras, que surgieron como una opción política tras el escándalo de corrupción que envolvió al gobierno guatemalteco en el 2015.

El pueblo fue claro en las urnas, al rechazar la continuidad del sistema corrupto, y otorgando a Arévalo no solo una victoria, sino legitimándolo como el próximo presidente. Luego de la primera vuelta electoral, se debió haber puesto fin a este intenso choque político-institucional. Sin embargo, el tira y afloja entre la Fiscalía contra la Impunidad y los demás poderes del Estado ha continuado. Es necesario que se respete la voluntad de 2 millones 440 mil 139 ciudadanos. “El pueblo guatemalteco ha hablado alto y claro”.

Hasta el momento ningún presidente de la era democrática ha salido con la frente en alto de su cargo, tampoco han hecho nada que valga la pena por el país. Esperemos que Arévalo, que tiene un doble compromiso sobre sus espaldas, lo logre: Primero, honrar el buen nombre y trayectoria de su padre, y, segundo, forjar su propia historia y cambiar de nuevo la historia de Guatemala, como lo hizo su progenitor.

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