Esto puede convertirse en un problema, sobre todo cuando el estrés es prolongado.
“El estrés desconecta la zona del cerebro que nos indica que ya comimos suficiente”, explica el neurobiólogo Herbert Herzog, del Instituto Garvan de Investigación Médica de Sydney, en Australia.
Herzog y sus colegas utilizaron ratones para estudiar de qué manera el estrés crónico puede afectar el comportamiento alimentario y el peso corporal.
¿Qué provoca el estrés en las personas?
“Hemos demostrado que el estrés crónico combinado con una dieta hipercalórica puede provocar un aumento de la ingesta de alimentos y una preferencia por los alimentos dulces y salados, lo que a su vez favorece el aumento de peso y la obesidad”, explica Herzog.
“Los ratones estresados y con una dieta rica en grasas ganaron el doble de peso que los ratones con la misma dieta, pero que no estaban estresados”, explica Kenny Chi Kin Ip, miembro del equipo de investigación.
Según explica André Kleinridders, de la Universidad de Potsdam, otros datos científicos también demostraron que el estrés puede conducir a un mayor consumo de alimentos hipercalóricos y poco saludables. Sin embargo, agrega que aún no está claro por qué algunas personas son sensibles al estrés y otras no. Tampoco se ha investigado suficientemente por qué algunas personas comen más cuando están estresadas y otras menos.
El brócoli no contiene la hormona de la felicidad
El psicoterapeuta alemán Michael Macht opina que, desde el punto de vista psicológico, el deseo de comer puede explicarse por su efecto calmante, que es el que garantiza que la gente se alimente. En caso de estrés emocional, este efecto se utiliza con otros fines, en concreto, para sobrellevar mejor el agobio. “Se trata de un patrón basado en procesos de aprendizaje”, puntualiza Macht.
Muchas personas son conscientes de que ir a al refrigerador o meter la mano en el cajón de los dulces no es saludable, y, sin embargo, lo hacen una y otra vez.
“Sabemos que nuestras capacidades mentales se ven mermadas en situaciones de estrés y que somos más propensos a tomar decisiones equivocadas. La impulsividad aumenta”, señala el profesor de Medicina Nutricional Molecular y Experimental.
“La comida de buen sabor y muy energética es de por sí muy estimulante y tiene un fuerte efecto emocional. Además, la disponibilidad es muy grande”, añade Macht. Resalta que por ello, para muchas personas, comer es una forma especialmente fácil de hacer frente al estrés.
Según Kleinridders, el azúcar y otros alimentos ricos en calorías aseguran una liberación de dopamina, la hormona de la felicidad, incluso en estado de saturación.
“Eso no funciona con el brócoli”, apunta. El experto precisa que las hormonas de la felicidad proporcionan una mejora a corto plazo. “Pero si sigues teniendo estrés negativo y recurres a los dulces y los alimentos grasos, entras en un círculo vicioso que conduce a la obesidad y la resistencia a la insulina”, concluye.
Para evitar los errores calóricos, recomienda reducir y librarse del estrés a largo plazo. A algunas personas les ayuda el deporte, a otras, la meditación. “Es completamente individual”, considera Kleinridders.
“No existe una cura milagrosa. Lo importante es comer con cuidado. En situaciones de estrés, tal vez sea mejor optar por frutas y verduras antes que por galletas y chocolate o vaciar el refrigerador”, añade Herzog.
Aprender a soportar los sentimientos negativos
Sin embargo, según la experiencia de Kleinridder, los conocimientos teóricos no bastan. La gente necesita ayuda concreta. “Necesitamos investigación interdisciplinar, también con psicólogos e investigadores sociales. Hay que dar a la gente algo que les ayude”, subraya.
Esa ayuda, que se tradujo en un programa de formación basado en la atención plena, se desarrolló en la Universidad de Wurzburgo. En el programa, los participantes aprenden a reconocer sus patrones de comportamiento en situaciones de estrés y también elaboran formas individuales de afrontar los sentimientos negativos que no sean a través de la comida.
“Se trata del control de los impulsos, es decir, de cómo hacer frente a los antojos de comida”, explica Macht, que participó en el desarrollo del programa. Añade que sobre todo se trata de aprender a soportar los sentimientos negativos.