EDITORIAL
Apuesta programada
Hace tres décadas, muchos planteles educativos privados comenzaron a implementar bachillerato, secretariado o perito contador con “orientación” en computación. Quizá era un paso de innovación, pero también un gancho publicitario para ganar inscripciones. Todavía existen tales carreras de diversificado y prácticamente no se concibe que alguien egrese de esa etapa educativa sin los conocimientos básicos del manejo de ordenadores, programas y principios de programación. La calidad de la formación varía según el establecimiento y los catedráticos. En plena era digital ya deberían existir estándares para evaluar la formación tecnológica, dado que se ha convertido en un mínimo común denominador del mundo laboral.
La situación de equipamiento y calidad formativa digital se torna más dramática si se evalúa en planteles estatales. Con frecuencia varios grados deben compartir el uso de un laboratorio digital. Esta suele ser la única computadora personal a la cual tienen acceso muchos estudiantes quizá con talento y habilidades, pero cuyas familias no pueden adquirir una.
En este entorno surge el llamado de atención del sector empresarial naranja, acerca del crecimiento en las plazas para programadores informáticos en diversos lenguajes y áreas. Se calcula que existen alrededor de 40 mil guatemaltecos laborando en esta área, pero hay todavía entre 20 mil y 30 mil plazas pendientes: toda una oportunidad para jóvenes egresados de diversificado o la universidad que necesitan integrarse a la vida productiva. Lo lamentable es que dichos perfiles aún no existen porque requieren de formación especializada, que no siempre está al alcance de las familias.
Hace algún tiempo, el foco de capacidades laborales estaba sobre el dominio de inglés, lo cual abre puertas en el sector de centros de llamadas. Sin embargo, esta es también la lengua franca de la programación de aplicaciones, automatización y herramientas digitales. El Gobierno ha abierto programas de becas para potenciar el bilingüismo, pero el llamado empresarial es que se destinen recursos al desarrollo de creadores de lenguaje digital, como una apuesta por la competitividad y el empleo.
Con frecuencia varios grados deben compartir el uso de un laboratorio digital. Esta suele ser la única computadora personal a la cual tienen acceso muchos estudiantes quizá con talento y habilidades, pero cuyas familias no pueden adquirir una.
Sin embargo, el verdadero desafío se encuentra en convertir la materia de programación en una tan lógica dentro del currículo nacional base como la de Lenguaje y Matemática. Son contados los planteles privados que potencian efectivamente la habilidad digital como fuente de creatividad y desarrollo personal y no solo como parte de una publicidad cíclica. Asegurar la conexión de establecimientos educativos a internet es otra tarea pendiente, pues en algunos hacen falta computadoras y en otros no existe una prestación permanente del servicio, lo cual a veces depende de costos y disponibilidades presupuestarias.
Hace dos años, la empresa estatal de telecomunicaciones Guatel promocionaba la conexión a internet de 50 establecimientos durante el ciclo escolar 2022. Era una cifra demasiado baja para hacer mella en la reducción de la brecha digital porque hay más de 32 mil planteles públicos. En otras palabras, la formación de capacidades laborales modernas no debe ser solo discurso de campaña o pretexto para aumentar asignaciones de gasto estatal, sino una apuesta de largo plazo por el talento de la niñez y la juventud.