De acuerdo con documentos de la corte, el sentenciado fue arrestado en 1996 tras matar a Laurie Rosillo y Ravonne Smith en el Panhandle (noroeste) floridano, en el transcurso de una escalada criminal por las que fue hallado culpable de asesinato en primer grado por ambos casos.
Según documentos judiciales, en Okaloosa Island el hombre conoció a Rosillo, a la que luego estranguló hasta matarla, y abandonó su cuerpo en la playa.
Posteriormente, en Pensacola Beach conoció a Smith, una trabajadora de un bar con la que acabó en su domicilio, donde la golpeó, violó y acuchilló.
En septiembre de 1997, un jurado declaró a Zack culpable de asesinato en primer grado, además de robo con arma de fuego y agresión sexual.
Zack fue sentenciado a la pena capital por la muerte de Smith y a cadena perpetua por la de Rosillo.
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Desde entonces, sus abogados han intentado sin éxito apelar la sentencia bajo el argumento de que el condenado sufre de estrés postraumático y discapacidades intelectuales.
El lunes 2 de octubre, el Tribunal de Apelaciones del décimo primer Circuito de Estados Unidos se negó a detener la ejecución tras un pedido de sus abogados que añadía un supuesto “síndrome de alcoholismo fetal” del reo.
De llevarse a cabo este martes 3 de octubre la ejecución, será la 105 desde que en 1976 se restableció la pena capital en Florida, donde actualmente hay 300 presos en el “corredor de la muerte”, tres de ellos mujeres.
Será también la octava ejecución que se realice en Florida durante el mandato de DeSantis, quien sacó adelante una reforma judicial que permite la mayoría simple, y no la unanimidad, para la imposición de la pena capital en este estado.