Se dedica al desarrollo de software, sobre todo en aplicaciones móviles y en web, y ya explora ensayos para trabajar con inteligencia artificial.
Denomina al “mundo de la tecnología”, a sus primeros inicios en el estudio de la creación de programas y admite que uno de sus secretos es haberse dedicado a temprana edad a usar computadoras, sobre todo los juegos, y el máximo interés fue cuando conoció a un jacker en el mismo juego, y fue ahí que hubo interacción para hablar sobre tecnología, programación y aprender más.
A sus 15 años le nació el interés en trabajar sobre la programación y decidió seguir esta carrera. El jacker aclaró que es una persona que tiene los conocimientos sobre cómo engañar al sistema y obtener lo que se requiere, pero en este caso, por tratarse de un juego, no había un mayor daño. Todo eso lo hizo interesarse por la tecnología.
“En mi visión a un futuro, me veo como un desarrollador de software dedicado al desarrollo de aplicaciones móviles, con un complemento de inteligencia artificial”, apuntó.
En los perfiles de personas que se dedican a esta actividad existe un grupo de estudiantes que están en el rango de 20 a 24 años y que aún se encuentran en la etapa de estudios y trabajan por tiempo parcial. Otro segmento, de 25 a 29 años, está en una mejor posición porque ya tiene estudios y certificaciones que avalan su experiencia laboral. En tanto, los mayores de 30 años ya tienen experiencia acumulada y han escalado en por lo menos más de dos empresas tecnológicas.
Cambio de vocación
César Daniel Marroquín Herrera es ingeniero en Electrónica, de 24 años de edad, y en la actualidad trabaja como investigador en el laboratorio de la Universidad Galileo. Además, es catedrático en Ciencias de la Computación. Confiesa que le despertó el interés por esta actividad porque quiso conocer cómo funcionan las cosas.
Incluso estudió al principio la carrera de Medicina, porque su objetivo era conocer cómo funciona el cuerpo humano, pero ahora le interesa cómo funcionan los teléfonos, las computadoras, la mecánica, la robótica, electrónica y todo lo que los rodea, para dar a conocer qué está sucediendo detrás, al estilo de las charlas de Steve Jobs.
“Con la programación podemos hacer muchas cosas. En el laboratorio hacemos investigación y, por ejemplo, podemos ir detectando cosas, como en una maquila o industria hay varios procesos y podemos, con un sistema informático, verificar cómo marcha la producción”, dice.
Como investigador, declara que una de sus fortalezas es mantenerse informado, y si se carece de esa información no se podrán solucionar los problemas, “ya que la tarea del investigador es solucionar esos problemas, y para eso uno tiene que estar actualizado”.
La moda
Ambos investigadores reconocen, con conocimiento de causa, que ya están trabajando en proyectos con inteligencia artificial, que, a su juicio, es lo que pronto estará de moda en Guatemala. Aseguran que en el campo médico ya se podrán practicar cirugías en las cuales medie un robot como facilitador.
Marroquín Herrera aclara que esto se puede hacer en una operación que no represente cierto nivel de riesgo, pero que también requiera la participación humana.
También hay muchas cosas que se hablan y se dicen de la inteligencia artificial que aún no existen, subrayan, e insisten en que se requiere la intervención humana para crear programas que hagan funcionar esa inteligencia artificial, lo cual, a su vez, es una motivación para dedicarse a esta actividad, que requiere conocimientos de Física, Aritmética y Programación.
Hernández Marroquín comenta que trabaja en las aplicaciones web y móviles para facilitar varias maniobras a los usuarios, y ahora está enfocado en las tendencias tecnológicas y en irlas desarrollando.
Buena retribución
Adrián Catalán, director del laboratorio de Innovación de la Facultad de Ingeniería en Sistemas de la Universidad Galileo, reconoce que esta actividad es muy bien pagada, no solo en Guatemala, sino en todo el mundo, y a su vez permite trabajar para cualquier empresa, sin importar en el lugar en que se encuentre el experto.
Así, un desarrollador junior puede empezar ganando US$800 a US$1 mil, un sueldo que puede devengar un profesional con grado técnico y que está finalizando una carrera universitaria
En este momento existen diferentes oportunidades, dicen, y sostienen que la mayoría empieza por empresas locales y luego los desarrolladores se dan cuenta de que hay otras oportunidades en compañías locales con capital extranjero, las cuales pagan un poco mejor, aunque también se tiene oportunidad de trabajar para intermediarios que se ubican en cualquier parte del mundo, y con estos el salario es más elevado. El último paso para un desarrollador es lograr saltarse de eso y trabajar directamente con una empresa extranjera, sin intermediario.
Para Catalán, cada uno de estos escalones tiene diferentes características, pero existen desarrolladores desde un nivel senior que pueden laborar para una firma en Estados Unidos o en Europa. Estos pueden percibir un ingreso mensual de US$7 mil a US$10 mil. “Esto no ocurre de un día para otro, pero hay muchas oportunidades y en este momento es una excelente profesión para dedicarse”, sostiene.
Mucha demanda
Andrés Oliva Ochoa, coordinador de la Comisión Information Technology Outsourcing (ITO) de la Asociación Guatemalteca de Exportadores (Agexport), comenta que ha tenido la oportunidad de trabajar en proyectos que buscan abordar el déficit de desarrolladores en Guatemala y que ya empieza a ser un tema que se aborda con mucha preocupación.
Reconoce que esta escasez no es un fenómeno exclusivo del país, sino que es una tendencia global que se ha agravado en los últimos años, debido a la creciente demanda de profesionales en tecnología de la información y desarrollo de software.
A su juicio, el déficit de desarrolladores en Guatemala “es una realidad que debemos abordar con urgencia”, y al explicar por qué esta escasez de profesionales asevera que se debe a varios factores. Uno de ellos, la falta de acceso a una educación de calidad en tecnología en muchas regiones del país, lo que limita la cantidad de jóvenes que pueden capacitarse como desarrolladores. Además, la industria tecnológica está en constante evolución, y a menudo las habilidades requeridas cambian más rápido de lo que las instituciones educativas pueden adaptarse.
Desde la visión de Agexport se confirma que la escasez de desarrolladores es una barrera para el crecimiento de la industria tecnológica, y han visto empresas que luchan por encontrar talento local para cubrir puestos clave en sus proyectos de desarrollo de software. Esto ha llevado a la importación de talento y a un aumento en los costos laborales.
Tanto Catalán como Oliva Ochoa recalcan que Guatemala necesita más desarrolladores, y en general la demanda mundial es de más de dos millones. En el país, las proyecciones apuntan a que se necesitan entre 20 a 30 mil desarrolladores, que no es una solución de un día para otro, por lo que se requiere a varios actores en el ecosistema, alineados entre universidades, con las industrias y empresas, que son los demandantes, comunidades en el desarrollo de estos programas, con las autoridades de gobierno, y “son los engranajes que en el momento en que encajan en la misma dirección se logran proyectos interesantes”, subraya Catalán.
Lo ideal es contar con ese número de profesionales para los próximos cinco años, y esto tiene mucho que ver con la economía del país, que no se sustenta en innovación, sino en la producción de bienes agrícolas o manufacturados.
“Empresas de India nos preguntan cuántos desarrolladores se gradúan al año, pero al ver los resultados en Guatemala, esta cantidad no representan nada”, señala Catalán.
Los cálculos proporcionados sobre el requerimiento de desarrolladores van en línea con las necesidades que se observan en la industria, y en este momento, solo con hacer una búsqueda inmediata hay una oferta de por lo menos mil plazas, y aunque la moda es la inteligencia artificial, las necesidades de desarrollares está en todas partes.
Estrategia
Oliva Ochoa opina que para involucrar a más personas en la carrera de desarrolladores se debe comenzar desde la base, que es la educación, promover la enseñanza de habilidades digitales en las escuelas y brindar oportunidades de capacitación técnica a jóvenes de todas las regiones. Considera que es esencial fomentar la curiosidad y el interés por la tecnología desde una edad temprana.
Para cerrar la brecha de desarrolladores afirma que se necesita una colaboración sólida entre el sector público y el privado. Esto implica la inversión en programas de capacitación y becas para jóvenes talentosos que deseen estudiar desarrollo de software, y de promover la creación de incubadoras y espacios de trabajo colaborativo para que los emprendedores tecnológicos puedan florecer. Propone la creación de un fondo de inversión para apoyar a startups tecnológicas guatemaltecas, así como la implementación de políticas de incentivo fiscal para las empresas de tecnología que se establezcan en el territorio.