“El hombre se convierte en ávido y voraz. Parece que el tener, el acumular cosas es para muchos el sentido de la vida”, agregó Francisco, jefe de 1 mil 300 millones de católicos en el mundo, ante decenas de miles de fieles congregados como cada año en la basílica de San Pedro de Roma.
“Una insaciable codicia atraviesa la historia humana, hasta las paradojas de hoy, cuando unos pocos banquetean espléndidamente y muchos no tienen pan para vivir”, puntualizó.
Francisco dijo que “se debe superar la cima del egoísmo” y “es necesario no resbalar en los barrancos de la mundanidad y del consumismo”.
“Ante el pesebre, comprendemos que lo que alimenta la vida no son los bienes, sino el amor; no es la voracidad, sino la caridad; no es la abundancia ostentosa, sino la sencillez que se ha de preservar”, dijo.
“¿Necesito verdaderamente tantas cosas, tantas recetas complicadas para vivir? ¿Soy capaz de prescindir de tantos complementos superfluos, para elegir una vida más sencilla?”, preguntó el Papa.
Concordia y reconciliación
Además, rogó para que “delante del Niño Jesús, los habitantes de la querida Nicaragua se redescubran hermanos, para que no prevalezcan las divisiones y las discordias, sino que todos se esfuercen por favorecer la reconciliación y por construir juntos el futuro del país”.
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