Este laico perteneciente al Opus Dei nació el 5 de junio de 1899 en Ciudad de Guatemala y fallecido allí el 17 de octubre de 1991.
Según la biografía de la página web del Opus Dei, Cofiño, que estudió Medicina en París, es considerado el padre de la Pediatría en Guatemala. Se casó en 1933 y tuvo cinco hijos. Trabajó en favor de las personas más necesitadas, formó a miles de universitarios y fue reconocido por sus contribuciones científicas.
En 1956 descubrió su vocación al Opus Dei. De 1951 a 1955 fue director del Centro Educativo Asistencial (antiguo Hospicio Nacional); también dirigió la Sociedad Protectora del Niño (1940-1946) y la Lucha Nacional contra la Tuberculosis (1945-1946).
El camino hacia la santidad tiene varias etapas: la primera es ser declarado venerable siervo de Dios, la segunda beato y la tercera santo.
Venerable Siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce “haber vivido las virtudes de manera heroica”.
Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión, como este caso, y para que sea canonizado, hecho santo, se precisa un segundo milagro obrado “por intercesión” después de ser proclamado beato.
En una nota publicada en el sitio del Opus Dei sobre la declaración de Cofiño como venerable, se menciona que monseñor Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei, comentó: “Damos gracias a Dios por esta feliz noticia y agradecemos al Santo Padre que haya querido tomar esta decisión. Ernesto correspondió a la gracia de Dios y a su vocación viviendo las virtudes cristianas en su familia, en el desempeño de su profesión de médico, en el servicio generoso a los más necesitados: enfermos, pobres, huérfanos. Junto con su esposa Clemencia, transformó su casa —bendecida con cinco hijos— en un hogar luminoso y alegre”.
El sacerdote Santiago Callejo, quien hizo la postulación de la causa de Cofiño, dijo en una entrevista que destacaba la generosidad de vida del doctor Cofiño.
“Ernesto fue un buen marido y padre, y quiso ser un buen médico, porque sabía que el trabajo era su camino para servir a los demás, para cambiar el trozo de mundo que Dios le había encomendado. Nos muestra que el trabajo y la familia son los lugares donde estamos llamados a comportarnos como lo haría Jesús. Se empeñó con todo su corazón al servicio de los demás. Se preocupó por cultivar su propia vivencia cristiana y estimulaba la vida espiritual de quienes se acercaban a él”.
Agregó que Cofiño “supondrá una inspiración muy cercana para la Iglesia en Guatemala” y añadió que su fama de santidad se ha extendido mucho en los últimos años: “A la postulación nos llegan a diario relatos de sitios muy diversos, aunque predominan las personas de su tierra natal y también quienes piden por su intercesión recuperar la salud, ya que era médico”.