Tanto el maquillaje como el resto de los productos de cosmética decorativa (lápiz de labios, lápiz de ojos, sombras de ojos, polvos faciales, colorete, máscara de pestañas etcétera) son formulaciones complejas que podemos encontrar en diferentes formatos y texturas.
Los hay líquidos, semisólidos y sólidos (normalmente en forma de polvos) y se deben seleccionar teniendo en cuenta la edad, el tipo de piel, el fototipo, la sensibilidad, la elasticidad, el grado de hidratación, la posibilidad de sufrir alergias y otros parámetros. Por ejemplo, los polvos pueden deshidratar la piel fácilmente, por lo que las personas con piel seca deben decantarse por otro tipo de formato.
Puertas de entrada al organismo
Un aspecto que merece atención es que estos productos se aplican frecuentemente en zonas sensibles: alrededor de los ojos, donde la piel es más fina, y sobre los labios y mucosas, que carecen de un estrato córneo que dificulte la penetración. Además, el potencial de ingerir un producto labial es más grande, ya que con la saliva y la lengua se puede arrastrar al interior fácilmente.
Otra zona crítica es el entorno de la nariz, donde los productos en polvo o en brumas, como los maquillajes, coloretes, brillos e iluminadores, pueden ser inhalados, penetrando en el organismo, de nuevo, con gran facilidad. Por todo ello, la seguridad de los ingredientes utilizados en las formulaciones es de extrema importancia.
Metales pesados, nanomateriales y otras sustancias dañinas
De hecho, los productos de maquillaje pueden incluir sustancias nocivas como metales pesados. A pesar de su conocida toxicidad, algunos de estos compuestos aparecen en algunas formulaciones de maquillaje a modo de impurezas o trazas, por lo que no se incluyen en la lista de ingredientes.
Así, se han detectado artículos que incluían arsénico, cadmio, cromo, cobalto, plomo, mercurio y níquel. Hay cierta alarma con determinados compuestos, como el plomo en algunos gloss labiales o la elevada concentración de níquel, cromo y cobalto identificada en ciertas sombras de ojos, algunas de ellas importadas de China.
Los metales pesados incluso aparecen en los juguetes de maquillaje para niños. Aquí existe el agravante de que la piel infantil es más fina y todavía está en desarrollo, por lo que resulta más vulnerable al paso de sustancias y a la reacción frente a las mismas.
Otro motivo de preocupación es la presencia de sustancias perfluoroalquiladas (PFAS), que aumentan la durabilidad, mejoran la extensión de una emulsión y tienen la capacidad de formar una película. Se ha observado que la exposición reiterada a estos agentes químicos es perjudicial para la salud humana. Un estudio reciente ha revelado que los mayores niveles de PFAS se detectan en maquillajes resistentes al agua, el aceite o la ropa y en productos de larga duración.
Los nanomateriales también han colonizado el glamuroso mundo del maquillaje, ya que mejoran la textura y la experiencia sensorial. Aunque su seguridad sigue en proceso de estudio, a día de hoy sabemos que se quedan en la epidermis, sin llegar a penetrar al organismo.
Sin embargo, no ocurre lo mismo cuando estas partículas diminutas son inhaladas: entonces pueden producir problemas a nivel pulmonar. El peligro radica en aquellos productos en polvo o en brumas que se aplican cerca de la zona nasal.
¿A qué edad es recomendable empezar a maquillarse?
Teniendo en cuenta todo lo expuesto, depende de la madurez de la persona y de los conocimientos que adquiera sobre estos productos. En general, no recomendamos que sea antes de los 15 o 16 años: hace falta tener conocimientos sobre los ingredientes, el modo de uso de los diferentes artículos o la limpieza de la piel tras el maquillaje.
El usuario o usuaria también debe tener hábitos de higiene como lavarse las manos antes y después de maquillarse, lavar correctamente las brochas y otros aplicadores y no compartir los productos. Además, debe estar atento a la aparición de posibles problemas en la piel.
Los adolescentes y los jóvenes que se inician en el maquillaje deben adquirir artículos específicos para su piel, que suele ser más grasa. Utilizar productos inadecuados puede producir o exacerbar cuadros de acné u otras disfunciones. En general, deberían decantarse por opciones sencillas, hipoalergénicas, libres de aceites y sin aromas para evitar la irritación cutánea.
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Y no olvidemos utilizar siempre productos específicos si tenemos pieles sensibles, ya que estas tienen mayor riesgo de sufrir reacciones frente a maquillajes no formulados de manera adecuada.
Estefania Hurtado Gómez, Profesora Master Dermofarmacia, Universidad Miguel Hernández; Isabel González-Álvarez, Profesor Titular Grado en Farmacia. Area de Farmacia y Tecnologia Farmaceutica. Dpto Ingenieria, Universidad Miguel Hernández y Marta González Álvarez, directora del Master de Dermofarmacia y Cosmética UMH, Universidad Miguel Hernández
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.