La seguridad se reforzó en los estrechos callejones de la ciudad vieja, sagrada para los judíos, los cristianos y los musulmanes, y situada en Jerusalén Este, ocupada y anexionada por Israel desde 1967.
Por casualidades del calendario pasaron también por las calles miles de palestinos que realizan el ayuno del ramadán, el mes sagrado del Islam, y acudían a la oración del viernes en la mezquita de Al Aqsa.
“Es muy emocionante estar aquí en este Viernes Santo. Sentimos una profunda tristeza, probablemente más fuerte por lo que pasa” en Gaza, declaró el australiano John Timmons, quien afirma habérselo pensado dos veces antes de viajar a la Ciudad Santa.
La guerra se desencadenó el 7 de octubre, tras el ataque del movimiento islamista palestino Hamás en el sur de Israel, que dejó unos 1.160 muertos, en su mayoría civiles, según un recuento de AFP basado en fuentes israelíes.
En respuesta, Israel lanzó una ofensiva aérea y terrestre en Gaza que ya dejó más de 32.600 muertos, también civiles en su mayoría, según el Ministerio de Salud del territorio, gobernado por Hamás desde 2007.
“Un lugar muy especial”
En Jerusalén, la solemne procesión que recorre la Vía Dolorosa comienza en el lugar donde, según la tradición, Poncio Pilato condenó a muerte a Jesús.
Católicos y protestantes celebrarán la Pascua el domingo. Para los ortodoxos, la fiesta que conmemora la resurrección del Cristo cae este año a principios de mayo.
En las estrechas calles de piedra blanca, el italiano Mario Tioti afirmó haber sentido que la santidad de la ciudad trascendía todas las tensiones.
“Es un lugar muy especial. [Aquí] podemos sentir el Cristo. Caminó aquí”, dijo el hombre, de 64 años.
Entre la multitud había fieles de todas las edades, hombres en sotana, otros cargando una cruz de madera, religiosas y turistas.
James Joseph, un estadounidense que reside en Jerusalén desde hace mucho y es conocido como “Jesús”, comparó la guerra en Gaza con el episodio evangélico de la “Matanza de los Inocentes”, en la que Herodes, rey de Judea, ordena la muerte de miles de bebés.
“El sufrimiento de estos inocentes [en Gaza y en Israel] es trágico, pero no es vano”, declaró a AFP en la iglesia del Santo Sepulcro, donde según la tradición cristiana Jesús resucitó de entre los muertos.
Vía Dolorosa Palestina
En el interior de la basílica, los fieles entonaron cánticos, encendieron velas y abrazaron la piedra de la unción, sitió en el cual Cristo fue lavado y envuelto en un sudario antes de ser trasladado al sepulcro.
Para algunos palestinos, llegar hasta la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar santo del islam, fue sinónimo de obstáculos.
Linda Al Khatib explicó que el dispositivo de seguridad israelí transformó el trayecto en un calvario.
Suele tardar cinco minutos para llegar al recinto desde su pueblo, situado a las afueras de Jerusalén, en Cisjordania ocupada. Pero esta vez tardó 45 minutos.
“Vine a rezar porque es un día muy especial, sobre todo durante el ramadán. Pero estoy muy triste, no hay muchos visitantes y no hay nadie. Tuve miedo durante todo el trayecto”, confió.
Para algunos sin embargo, la guerra tuvo un lado positivo, ya que mantuvo alejados a los turistas.
“La última vez que vine había mucha mucha gente tratando de entrar en la tumba [del Cristo]”, recordó el estadounidense Timothy Curtiss. “Era como Disneyland. Este año entramos directamente”, señaló.