Pluma invitada
De la educación, a la ejecución
“La filosofía del aula en una generación será la filosofía del gobierno en la próxima”.
Abraham Lincoln dijo: “La filosofía del aula en una generación será la filosofía del gobierno en la próxima”. Desde cualquier punto de vista que leo esta frase célebre de Lincoln, más le doy la razón. Quién, sino la generación de jóvenes que hoy se preparan académicamente en múltiples disciplinas, serán los que mañana estén a cargo. Ellos serán quienes lideren los tres poderes del Estado, el Ejército, las municipalidades, los Cocodes, los medios, la academia, las gremiales, los sindicatos, la banca, la industria, el comercio, la agricultura y la ganadería. En fin, todos los sectores que mueven un país.
Si nos tomamos hoy el tiempo de analizar y entender lo que se enseña en el aula y cómo la juventud lo está asimilando, casi que podemos predecir cómo serán las cosas en 20, 30, 40 años.
Lo que hoy se enseña, dentro y fuera de clases en las escuelas y las universidades sienta las bases conceptuales, ideológicas y funcionales de cómo la juventud de esta generación abordará y manejará los temas sociales, económicos y políticos. Si nos tomamos el tiempo de analizar y entender lo que se enseña en el aula y cómo la juventud lo está asimilando, prácticamente podemos predecir cómo serán las cosas en 20, 30, 40 años. Si otros han entendido antes que nosotros los alcances de lo que digo, ya habrán con antelación preparado su plan maestro para adoctrinar a la juventud con las ideas y creencias que a ellos les parecen las mejores. Estas pueden ser las mismas en que nosotros creemos y con las que nos sentimos cómodos, o bien pueden también ser totalmente opuestas.
Resulta entonces que, si sabemos tomar bien la fotografía de lo que está pasando, inevitablemente estaremos tomando la fotografía de cómo será el futuro a mediano plazo. Si nos complace y estamos de acuerdo con lo que vemos nos podemos sentir orgullosos de ser parte de una generación que está pasando la estafeta adecuada a la otra.
Sabía usted que cada 120 años ya no existe nadie de los que entonces vivían, toda la humanidad se renueva completamente. Sin embargo, la humanidad como ente colectivo sigue viva. A través de nuestros descendientes, nosotros también seguimos vivos. Uno nunca pierde su responsabilidad en el rumbo de la humanidad, allí estuvimos, allí vivimos, fuimos parte de ella. La pregunta es: ¿Fuimos partícipes para encauzarle en un camino de bienestar y prosperidad para todas las personas, en todos los sentidos?
A pesar de que a veces vemos muy cuesta arriba esta labor, a pesar que a veces todo el aparato institucional del país donde vivimos pareciera ir en sentido contrario, no estamos solos. Es un hecho que la gran mayoría de veces la familia y la comunidad que nos rodea, lo ha hecho por años y el nivel de afinidad ideológica es grande. Arquímedes dijo: “Dadme un punto de apoyo y moveré la tierra”. Ellos son su punto de apoyo.
Organícese, involúcrese, investigue qué les están enseñando a sus hijos, a sus sobrinos, a los jóvenes de su comunidad. En la escuela y universidad, quiénes son sus amigos, si la familia de dónde vienen son afines a los valores y principios de la suya. ¿Quiénes son los maestros y las autoridades administrativas? ¿Cuál es su ideología? ¿Quién provee el material de estudio y determina el currículo? A estas alturas ya todos deberíamos estar de acuerdo con que el tipo de educación que recibe esta generación de jóvenes predecirá lo que pase los próximos años en el mundo.
Seguramente si supiéramos a ciencia cierta, por escrito y con firma autenticada, con qué propósito se creó la humanidad, sería mucho más fácil evaluar mejor las acciones a tomar. No nos queda más que confiar en nuestros instintos y sentido común para contribuir en que todos y cada uno esté mejor. Empezamos por nosotros, nuestra familia y nuestra comunidad; sin embargo, la responsabilidad es universal. Hay fórmulas que funcionan, otras que ya fracasaron y otras que no han surgido. Somos responsables, como mínimo, de dejar una mejor generación que la nuestra, ellos, a su vez, una mejor que la que fueron y así consecutivamente.