Escenario

Acepciones contrarias

Acabo de recibir la visita de mi colaborador, Titivillus, el diablillo del medievo de quien ya he relatado que se dedicaba a llevarse al infierno, averno, báratro, tártaro, gehena, etc., a los religiosos que en los coros se comían palabras y hasta párrafos enteros por pura pereza o, peor aún, se quedaban dormidos.

María del Rosario Molina, escritora. (Foto Prensa Libre: Cortesía de María del Rosario Molina)

María del Rosario Molina, escritora. (Foto Prensa Libre: Cortesía de María del Rosario Molina)

Este personaje está ahora dedicado a la interminable labor de cargar con quienes cometen gazapo tras gazapo y llevarlos a ese antro que tantos nombres tiene. Vengo —me dijo— a hacerte una consulta: ¿Crees adecuado que busque a quienes comenzaron a usar mal ciertas palabras y las difundieron tanto que hasta el mismo DRAE tuvo que aceptarlas?

Traigo aquí una pequeña lista de dichos términos: el DRAE de 1970, el de 2001 y el Diccionario Esencial de la lengua española, editado por la RAE en 2006, para que te des cuenta de cómo después de 36 años esas palabras tienen acepciones de las que antes carecían y de que para colmo de males se contradicen con las anteriores que también se siguen usando. A continuación hizo a un lado un volcán de papeles que se amontonaban en mi escritorio, colocó allí los “amansaburros”, o “tumbaburros” —apodos de los diccionarios— y se dedicó a leerme la lista en desorden.

Enervar: DRAE, 1970: “…Debilitar, quitar las fuerzas. U. t. c. prnl. || 2. fig. Debilitar la fuerza de las razones o argumentos U .t. c. prnl”. Diccionario esencial, 2006: “1. Poner nervioso (…) U. t. c. prnl. || 2. Debilitar, quitar las fuerzas. U .t. c. prnl. || 3. Debilitar la fuerza de las razones o argumentos (…) U. t. c. prnl.”. Hasta hace poco tiempo —me comentó Titivillus con tristeza— yo llegaba, le decía al médico de turno en el Hades que tanto trabajo me había enervado, y me recetaba descansar. Ahora cuando le digo que me siento enervado me da un tranquilizante y me manda de vuelta al trabajo, pues piensa que estoy nervioso en lugar de debilitado. ¿Te das cuenta de lo grave que resulta que el término tenga acepciones contrarias?

Deleznable: DRAE, 1970: “…Que se rompe, disgrega o deshace fácilmente || 2. Que se desliza y resbala con mucha facilidad. || 3. Fig. Poco durable, inconsistente, de poca resistencia”. DRAE, 2001: “… Despreciable, de poco valor || 2. Poco durable, inconsistente, de poca resistencia. || 3. Que se rompe disgrega o deshace fácilmente. || 4. Que se desliza y resbala con mucha facilidad”. Como ves —exclamó Titivillus enojado— la 1ª. acepción no figuraba en 1970 y tampoco está en la vigésima edición de 1992. Ahora, si me dicen que el punto que defiendo es “deleznable”, no sé a qué atenerme: ¿se estarán refiriendo a que es inconsistente o a que es despreciable?

Le respondí a Titivillus que ni siquiera el infierno tiene capacidad para albergar a tanto mal hablante y que desistiera de la búsqueda.

 

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