¿Dónde nació y creció usted?
En Guatemala, en la zona 1. Cerca de la avenida Elena vivíamos. En ese tiempo ese era casi el límite de la ciudad. Eran tiempos muy bonitos, muy tranquilos, se podía jugar en la calle, salir de noche sin temor.
Usted impulsó la primera carrera Arco Iris, en 1990. ¿Cómo nació su afición por el deporte?
¡Oh, no!, yo no practico deporte y le explico por qué. Desde niña padecí del corazón y por cualquier pequeño ejercicio me fatigaba, así que aunque me hubiera gustado correr y saltar mucho, me tenía que quedar sentada la mayor parte del tiempo mientras los otros niños jugaban.
De hecho, actualmente llevo un marcapasos que me ayuda a mantener el ritmo —sonríe—. Así que yo, de deporte, nada. Una vez por poco me ahogo en una piscina, porque me cansé y me fui al fondo. El doctor Wálter Peter era el entrenador y me sacó del agua.
¿Y fue esa situación de no poder jugar como los otros niños lo que la motivó a ayudar a los pacientes de cáncer?
En honor a la verdad, tampoco. Mentiría si le dijera que fue así. Realmente lo que ocurrió fue que al ya estar yo casada, con mi esposo nos unimos a los Rotarios. Allí, junto con otras señoras nos pusimos a pensar qué tipo de actividad organizábamos para recaudar fondos para ayudar a algún hospital.
Yo lancé la idea de una carrera, pero no tanto como competencia, sino como evento donde pudiera participar quien quisiera: niños, adultos, esposos, padres, abuelos, mascotas, ciclistas, porque lo importante no era quién ganara, sino el simple hecho de colaborar y a la vez de poder expresar la solidaridad. El doctor León Arango nos sugirió invitar a médicos a correr. En aquella primera participaron unas 60 personas.
Pero antes hubo otra cuestión: ¿a quién se le dan los fondos? Había un grupo de señoras, las Damas Voluntarias de San Vicente de Paúl, que usaban unos delantales amarillos, y ellas ayudaban a cuidar a un grupo de niños con cáncer en el hospital San Juan de Dios y Roosevelt. Nos contaron que allí lo más difícil era la compra de medicamentos. En ese tiempo no existía el Hospital de Oncología Pediátrica.
¡Ay Dios!, no solo tenían poco espacio, sino pocos recursos; las personas que llegaban en busca de ayuda generalmente eran de escasos recursos. Así que a ellos se les dedicaron los fondos.
¿Qué recuerda de aquella primera carrera?
Fue un éxito, aunque, como le digo, fueron unas 60 o 70 personas: médicos, Rotarios y algunos familiares, pero al año siguiente la convocatoria creció. Así con los años fueron llegando familias completas, grupos de amigos, asociaciones. Hoy se puede llevar hasta al chucho o ir en bicicleta o silla de ruedas. Me atrevería a decir que es todavía una de las carreras benéficas más grandes…
¿Y por qué el nombre Arco Iris?
Fue de origen bíblico, porque recuerde que después del diluvio universal, cuando ya la Tierra se seca, aparece en el cielo un arcoíris, que es el compromiso de Dios de no volver a destruir la Tierra, es decir, un símbolo de esperanza.
¿Qué diferencias ve entre el aporte que se da ahora?
Con los años surge el hospital y la fundación Ayúdame a Vivir. Nosotros únicamente entregábamos los recursos, como un aporte altruista. Aunque lo abrieron en 2000, yo no lo conocí sino hasta 2003, cuando nuestra familia lo necesitó—se refiere al caso de dos de sus nietas, hoy fallecidas, sobre el cual prefiere no dar detalles, pero que le conmueve sobremanera—.
El año pasado entregamos Q1 millón 450 mil. Nos sentimos orgullosas de trabajar para una fundación tan linda y transparente. La gente viene en gran cantidad a diario con sus niños.
¿Qué le impacta más de la realidad del cáncer infantil?
Ver a tanto niño pequeño. Antes veía de 4 o 5 años, pero ahora veo de 1 año o 2. Quizá porque están siendo detectados más temprano y tienen mayor esperanza de salvarse. Ahí nos sentimos parte de todo esto porque nosotros les regalamos, en parte, un arcoíris de esperanza.
El cáncer le puede dar a cualquiera, no discrimina edad, familia, profesión, condición económica, desde el más poderoso hasta el más sencillo. Pero sabe qué es lo más impactante, verlo en un niño, porque golpea doble a toda la familia. Es algo tan… por experiencia propia —solloza— tan devastadora esta enfermedad. La he vivido de cerca, sé lo que es.
¿Le han dicho alguna vez que a pesar de usar marcapasos más pareciera tenerlo como un adorno, por el gran corazón que tiene?
Ja…ja. Está medio remendado, pero ahí va, gracias a las bendiciones de Dios. ¿Pero sabe quién tiene un corazón más grande y fuerte aún? Los niños con cáncer, porque en su inocencia son tan valientes, fuertes y pacientes.
SOLIDARIA
Correr para ayudar
Aunque es la creadora del concepto de carrera benéfica en el país, Ada Luz Silva confiesa que no ha podido hacer deporte de manera constante, debido a un defecto cardíaco congénito que actualmente la hace requerir de un marcapasos.
Se siente entusiasmada al notar que actualmente no hay mes en el que no se convoque a una maratón o a una caminata benéfica.
“Hoy los guatemaltecos somos mucho más solidarios y entregados que antes. A pesar de la violencia y otros males, creo que también somos más sensibles”, dice Silva, quien espera con ansias poder celebrar los 25 años de la carrera Arco Iris en el 2015.
“Para mí es como un bebé, siempre lo ha sido y lo será. Por eso quisiera que se continúe, para que siga ayudando a los niños con cáncer y sus familias”, afirma.
Afuera de la sala donde se efectúa esta conversación, decenas de padres aguardan consulta o esperan mientras sus niños reciben algún tratamiento, en la Unidad de Oncología Pediátrica, en la zona 11.
“Estuve conversando con una madre que me contaba cómo su niño luchó hasta el final. Él murió, pero créame, cuando uno hablaba con ese niño estaba tan lleno de sueños, de esperanzas e ilusiones. Eso es lo que nos motiva a continuar, y creo que debería ser suficiente razón para que más personas acudan a correr o caminar”, indica.
La carrera es el domingo 30 de marzo y comienza a las 8 horas, del Obelisco, zona 10.
PARA PARTICIPAR
Las inscripciones para la 24 carrera Arco Iris están abiertas.
En quioscos Todoticket: Miraflores, Oakland Mall, Plaza Futeca zona 14 y Obelisco. También por medio de la página www.todoticket.com
Se puede través de las agencias de Banco G&T, depositando en la cuenta No. 001-0031-269-4 a nombre de Club Rotario Ciudad de Guatemala —con su boleta de depósito se puede recoger la camiseta y la medalla la mañana del evento—.
La carrera empieza a las 8 horas de la plaza Obelisco, zona 10. Distancia por recorrer: Q5 kilómetros. Donación por participante: Q70.