Bezos, de 55 años, fundó Amazon en el garaje de su casa en 1994 y fue impulsando la compañía hasta convertirla en un coloso que domina las ventas en línea, tiene operaciones en música y televisión por streaming, comida, informática en la nube, robótica, inteligencia artificial y mucho más.
Sus negocios incluyen además el diario The Washington Post y la compañía privada espacial Blue Origin.
A pesar de llevar años en el punto de mira por el crecimiento de Amazon y por su fortuna estimada en US$133 mil millones, se convirtió en el gran centro de atención el pasado enero cuando anunció que, tras 25 años de matrimonio, se divorciaba de su mujer.
Cuando la revista National Enquirer, controlada por el aliado del presidente Donald Trump David Pecker, amenazó con publicar fotos íntimas y sensacionalistas del multimillonario con su amante, éste contraatacó haciendo públicos los detalles de sus relaciones.
“Si en mi posición no puedo parar este tipo de extorsión, ¿cuánta gente puede?”, escribió Bezos en el servicio de blogs Medium.
Esa bomba provocó una oleada de reacciones, muchas de ellas a favor de su decisión de hacer frente a Pecker y al Enquirer.
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“No todo el mundo puede detener a los intimidadores, los mafiosos y los extorsionadores, pero si puedes, tienes que hacerlo”, señaló su competidor tecnológico Pierre Omidyar, fundador de eBay.
Hasta hace poco, Bezos era percibido como un empresario estudioso y decidido que dirigía su negocio con una determinación implacable y que evitaba exponerse a los focos, si bien era evidente que chocaba con Trump tras una serie de ataques por parte del presidente.
Rumbo a la prosperidad
La inclinación de Bezos por los experimentos se remonta a su edad más temprana, con la anécdota ampliamente conocida de que trató de desarmar su cuna cuando apenas era un bebé.
Su madre era una adolescente cuando lo dio a luz en Albuquerque, Nuevo México, el 12 de enero de 1964.
“Tú nos formaste, nos protegiste, nos dejaste caer, nos levantaste y nos amaste, siempre y de forma incondicional”, tuiteó Bezos el pasado Día de la Madre, en mayo, dándole las gracias “por todo”.
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Ella volvió a casarse cuando Jeff tenía cuatro años, y el niño fue entonces adoptado legalmente por su padrastro cubano, un inmigrante que trabajó como ingeniero en una gran compañía petroquímica.
“Mi padre llegó de Cuba por su cuenta sin hablar inglés cuando tenía 16 años, y ha estado trabajando duro desde entonces”, contó el empresario en otro tuit el Día del Padre, en junio pasado.
La familia de su madre era de Texas, donde Bezos pasó muchos veranos trabajando en un rancho de uno de los abuelos, que había sido director regional de la Comisión de Estados Unidos para la Energía Atómica.
Bezos estaba fascinado por la ciencia informática cuando la industria tecnológica apenas despuntaba y estudió ingeniería en la prestigiosa Universidad de Princeton.
Después de graduarse puso sus habilidades al servicio de Wall Street, donde en 1990 llegó a ser vicepresidente de la firma D.E. Shaw, pero cuatro años después sorprendió a sus colegas al abandonar ese puesto tan bien pagado para abrir una librería en línea llamada Amazon.com.
Según dice la leyenda, el proyecto comenzó en el garaje de un suburbio de Seattle gracias al respaldo económico de sus padres, y Bezos pasó de ser un chico con amor por lo que hacía a convertirse en el hombre que convirtió a Amazon.com en un gigante de internet.
‘Los Juegos del Hambre’
Durante muchos años Amazon estuvo perdiendo dinero mientras Bezos insistía en invertir los beneficios para conseguir ganancias futuras, un plan que demoró en dar frutos.
El año pasado el anuncio de que la compañía iba a buscar una segunda sede, después de la de Seattle, lanzó una competición que fue calificada por algunos de “Juegos del Hambre”, y actualmente se debate entre dos lugares: la ciudad de Nueva York o en las afueras de Washington.
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Al anunciar los últimos resultados de Amazon, un récord de US$3 mil millones de beneficios trimestrales, el fundador puso el énfasis en la inteligencia artificial y en el asistente digital Alexa.
Bezos se había negado a sumarse a otros billonarios que destinan parte de sus ganancias a proyectos caritativos, pero el año pasado anunció un fondo filantrópico con un compromiso inicial de US$2 mil millones para ayudar a las familias sin hogar y construir escuelas en comunidades de bajos ingresos.
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