Está silencio
regalitos y consumir algo especial.
Pero los comerciantes ya se están preparando para las ofertas del Día del Cariño y la Amistad, la Semana Santa, el Día de la Madre, del Padre y así sucesivamente. Cobros van y vienen y la vida de la gente de ese estrato se desenvuelve en esa lógica.
Hace unos años, sorprendentemente el BID presentó un estudio sobre percepciones en América Latina en relación con el grado de satisfacción que la población de la región tiene con su calidad de vida. Aunque hay que tomar en cuenta la disparidad de nuestras realidades pues no es lo mismo vivir en Guatemala que en Chile o en Panamá, los resultados revelaron cómo piensan y sienten algunas personas. Dice el estudio que para los latinoamericanos, entre las cosas que más cuentan para la satisfacción personal sus vidas están: poder costearse los alimentos, tener amigos a quienes acudir, buena salud y la fe religiosa.
Habría que ver a quiénes consultaron aquí pues seguramente en el área rural lo que cuenta es lo que se tiene para comer ese día, darle agüitas para aliviar el dolor de los familiares enfermos y tener esperanza en el jornal del siguiente día. Sin embargo, paradójicamente, en ese análisis Guatemala está en el sexto lugar del ranking de satisfacción con la vida y en el primero respecto al empleo, a pesar de los elevados niveles de informalidad, de los bajos salarios y del desempleo.
Pero la empinada Cuesta de Enero también coincide con la conflictividad social y política que nos acecha. Este año será el escenario de la continuidad y posible agravamiento de la conflictividad social de origen agrario o por la disputa de los recursos naturales, aspectos que son de orden estructural e histórico que se vienen añejando sin que nadie desde el Estado se haya atrevido a hacer un abordaje equilibrado, acorde a las necesidades del país, de beneficio colectivo y que conduzcan a un desarrollo económico que nos permita avanzar.
Así que la angustia de las clases medias porque termine este mes y llegue el ansiado y ya comprometido salario, no parece que terminará con tranquilidad para quienes la sufren. El costo de la vida ha aumentado, como lo demuestran los datos sobre el incremento el monto de la canasta básica y la vital. El 5% de aumento al salario mínimo es poco significativo para la minoría de trabajadores que están en la formalidad.
No solo enero es cuesta arriba. Los 344 días que nos esperan se vislumbran difíciles, especialmente para el 71% que vive en medio de la pobreza en el área rural. Sin embargo, para algunos, muy pocos, “no está silencio”.
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