Todos, menos uno

RENZO LAUTARO ROSAL

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que no han propuesto algo realmente alentador o que se demarque de los tradicionales señalamientos mutuos. Es previsible que gane la izquierda, y si toma distancia del discurso desfasado, pueda emprender cambios de fondo.

En el caso costarricense, un gobierno saliente venido a menos, desgastado y con desempeño opaco que abre posibilidades para el recambio e incluso para enterrar el bipartidismo de viejo cuño. Un candidato oficial —Johnny Araya, Partido Liberación Nacional— que no representa la misma línea de la presidenta saliente compite con dos representativos de fuerzas emergentes, el diputado de izquierda José María Villalta, del Partido Frente Amplio, y el empresario Otto Guevara, del Movimiento Libertario —cuarto intento—. Dos fuerzas alimentadas por el descontento creciente a la tradicional forma de hacer política, la primera con clara opción de posicionarse como fuerza de izquierda renovada.

Dos procesos que algo irradiarán al futuro inmediato de la región, y que por consiguiente influenciarán las tendencias políticas de sus países vecinos. Por primera ocasión, en ambas elecciones se implementará el voto en el exterior. Eventos abiertos, competitivos, que toman en cuenta, parcialmente, los vientos que soplan en lo global.

Por el contrario, lo que desde ya se visualiza en nuestro caso atiende a lógicas domésticas. Estamos ante un mercado electoral que nos ofrecerá cantos de sirena, listados de promesas sin ningún tipo de contenido, candidatos que no tienen posibilidades de diferenciarse entre sí más que por el peso de sus chequeras. Lo peor de todo, los nombres que están en vitrina no logran advertir lo que está pasando a su alrededor. Solo caben dos opciones, o apuestan por el servilismo al extremo “facilitando” condiciones para que los grupos manejadores —financistas, piratas y oportunistas— tomen control de los eslabones que favorecen el enriquecimiento a granel, o bien, apuestan por asumir parcelas de autoridad que implica correr desgastes, más trabajo, dosis de consistencia y planificación; pero también opciones para mayores agregados políticos.

Como esta segunda lista está vacía de propuestas, lo que queda es llenar el ambiente con absurdos, aparentes escándalos, enfrentamientos inútiles que desvían atenciones, inercias electoreras donde domina la compra de voluntades como sustituta del convencimiento. Ante la nueva oleada de elecciones, Guatemala no presenta algún rasgo interesante que presagie algún salto de calidad. Del rezago a la inercia no dista mucho.

renzolautaro.rosal@gmail.com

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