Justicia
Niño ve cómo disparan a sus familiares: ¿Qué consecuencias hay si no se atiende ese trauma con prontitud?
“¿Cómo restaurarle sus derechos cuando vio cómo le quitaban la vida a sus familiares?”, reflexiona un abogado al abordar el impacto devastador de la violencia armada en los niños.
El niño, de tres años, fue testigo del violento incidente en el que resultaron heridas las mujeres que lo acompañaban. (Foto Prensa Libre: Bomberos Voluntarios)
Un niño de tres años fue testigo de un violento ataque en la zona 6 de Mixco. A pesar de la brutalidad del incidente, el niño resultó ileso.
Una cámara de video captó el ataque armado que ocurrió este viernes 11 de octubre a las 10.30 horas.
En las imágenes se ve a dos personas en motocicleta que se acercan a unas mujeres que llevan a un niño. El menor, incluso, va tomado de la mano de una de ellas.
Uno de los atacantes se baja y dispara a quemarropa, dejando al niño expuesto al episodio violento.
Al ver el peligro y el sufrimiento de las mujeres, el niño corrie despavorido, intentando dejar atrás la escena. Un vecino logró tomarlo en brazos y refugiarlo.
En horas de la noche, el MP confirmó la muerte de Silvia Sucely Ceballos Alvizures, de 35 años y Joselín Daniela Ceballos Alvizures de 14, las dos mujeres fallecieron posterior a su ingreso a un centro asistencial.
El video pone de manifiesto la violencia armada, que particularmente en municipios como Mixco, ha generado un clima de temor que afecta significativamente a los grupos más vulnerables: mujeres y niños.
Mixco, junto con Villa Nueva y la Ciudad de Guatemala, se ha convertido en un epicentro de violencia, concentrando una alta incidencia criminal y el mayor número de homicidios del país, según datos oficiales e informes que abordan el fenómeno.
Este entorno de violencia constante ha llevado a que muchas mujeres y niños se conviertan en víctimas directas o indirectas, al enfrentar el trauma de estos eventos.
El impacto de la violencia en la salud mental de los menores es devastador, explica Pablo Berthet, abogado de Misión Internacional de Justicia (IJM, en inglés), una organización que labora en Guatemala con las entidades de justicia y da acompañamiento a procesos judiciales de las víctimas.
Los niños que presencian actos de violencia, como el ataque en Mixco, suelen cargar con un trauma que es irreversible, explicó Berthet.
A diferencia de otro tipo de agresiones, la violencia armada ocasiona pérdidas irreparables, puntualizó.
“La violencia producida por armas de fuego es la más exponencial. Estamos hablando de un acto que busca ser letal”, resaltó.
Por ello, considera que es fundamental abordar el trauma psicológico que sufren los niños que son testigos de tales actos violentos.
“Un niño que presencia un asesinato queda marcado de por vida. ¿Cómo restaurar la dignidad de una persona? ¿Cómo restaurarle sus derechos cuando vio cómo le quitaban la vida a su mamá, a su abuela, a su a su tía, a quienes hayan sido las personas con la que él iba en ese momento?”, reflexionó.
"Restaurar la dignidad de un niño que ha sido testigo de un acto de violencia de esta magnitud es una tarea compleja. No solo se trata de protegerlo físicamente, sino de ofrecer un acompañamiento psicológico especializado que le permita superar el trauma que ha vivido", explicó.
Según Berthet, la restauración de su dignidad y derechos requiere un esfuerzo coordinado de las instituciones para ofrecer protección y atención especializada.
La protección de los niños que son testigos de la violencia armada es un tema crucial.
Si bien los organismos judiciales pueden emitir medidas cautelares y de protección, estas resultan insuficientes sin un monitoreo efectivo y una respuesta adecuada de las fuerzas de seguridad.
Las medidas iniciales de protección, que pueden incluir el traslado de los niños a hogares seguros, son un primer paso, pero no abordan el problema de fondo.
Es necesario también facilitar su acceso a programas de atención a víctimas de violencia, y en casos extremos, considerar su reubicación a otro país, dado que su vida corre peligro.
Más allá de las cifras, diversos informes concluyen que Guatemala se enfrenta a la violencia que se manifiesta de manera más aguda en áreas con alta presencia de pandillas.
Berthet explicó que el uso desmedido de armas de fuego, si el Estado no lo controla, se traduce en un abuso sistemático hacia los grupos más vulnerables.
Si no se interviene adecuadamente, los niños que son testigos de estos actos de violencia desarrollan tendencias violentas y, según el abogado, en lugar de recibir justicia, adoptarán un instinto vengativo, perpetuando así el ciclo de violencia.
"Es fundamental atender ese trauma con prontitud, para evitar que ese dolor se transforme en conductas violentas en el futuro", enfatizó.
La grabación del ataque resalta la urgencia de abordar la violencia armada y, según dijo, pone en evidencia la necesidad de establecer mecanismos efectivos para quienes sufren sus consecuencias.