“Los efectos del cambio climático son evidentes. No pueden obviarse. Lo vemos en el desfase cuando llueve en exceso en un sitio y otro aumenta el desierto. Hay elevaciones de temperatura y disminuciones de los glaciares en los polos. El cambio climático es evidente”, asevera, y agrega que en esto no existe discusión posible.
Es por ello que aunque respeta las declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cuando niega este extremo, admite que un criterio como este “sí genera repercusiones” porque el que habla es alguien que dirige “una de las naciones más importantes del mundo y eso repercute en los aportes económicos en la materia”.
En este mismo sentido, Orozco, conferencista internacional cuyas investigaciones actuales se orientan en la obtención de cultivos de maíz y frijol tolerantes a factores derivados del cambio climático -como el estrés hídrico o las enfermedades-, aboga por los expertos para estudiar los efectos de este problema.
Y a este propósito admite que en Guatemala se ha conformado una comisión para abordar la problemática del cambio climático, pero conformada “no necesariamente de expertos, sino de personas que fueron nombradas”.
Necesario impulsar investigaciones en Guatemala
“El apoyo a la ciencia y tecnología debería ser una política y acción decidida de las autoridades”, reitera, y agrega que en el seno del Congreso deberían interpretar que estas dos materias son “ejes estratégicos para el desarrollo de la nación” y así discutir iniciativas de ley que busquen aprovechar estos componentes para mejorar la calidad de vida de las personas.
En esta idea de seguir trabajando por investigaciones que tengan un beneficio en los sectores sociales, Orozco explica que las técnicas que desarrolla son aplicables a todas las condiciones derivadas del cambio climático, como por ejemplo en el Corredor Seco, una de las zonas más afectadas y donde estudian variedades tolerantes a la sequía.
También en zonas húmedas, como al norte de Guatemala, donde este exceso trae “patógenos y enfermedades que provocan la reducción a cero de los cultivos”.
“Nuestro trabajo es integral, lo vamos trabajando de acuerdo a las condiciones que se requieren”, asevera, y agrega: “No hablamos de modificaciones genéticas. De la base de genes, seleccionamos los más resistentes a determinados factores”.
Esta técnica la hacían los mayas “fenológicamente con base a la observación visual” y ahora él y su grupo de científicos le han agregado un nuevo elemento: “Nosotros además de eso lo hacemos con base a la parte molecular”.
“El fin es que los pueblos lo usen y sí hay receptividad”, apunta este hombre, que ha dedicado su vida profesional a la docencia y la investigación, pero añade que además de la disposición de los agricultores se requiere una “política estratégica de manera general”.
Y es en este mismo sentido en el que concluye pidiendo unión a los sectores para hacer frente a un problema mundial: “Nos gustaría que esto sea una actividad adoptada por todos, pero necesitamos una política de acción de ciencia y tecnología, pues muchos agricultores dependen del sector gubernamental o de la asociación nacional de cafetaleros”.
Contenido relacionado
> Los 3 enemigos y los 3 salvadores del sector agrícola en Guatemala
> Por qué se dice que estamos viviendo en “el planeta de los pollos”
> País dejó de recibir US$543 millones en 5 años, por la roya