Desde 2008 el sueño americano ha quedado truncado para 156 mil 526 connacionales que han sido deportados de EE. UU., según cifras de la Dirección General de Migración.
Del total de deportados, 140 mil 713 son hombres, y el resto, mujeres, según cifras oficiales.
En lo que va del año, 36 mil 39 hombres, tres mil 221 mujeres y 583 menores de edad fueron deportados.
Tiempo y dinero
A juicio de Alejandra Gordillo, secretaria ejecutiva del Consejo Nacional de Atención al Migrante (Conamigua), las deportaciones aumentan en la medida que las capturas de migrantes ilegales representan un costo para el gobierno de EE. UU.
“Las expulsiones crecieron desde que se privatizaron las cárceles en EE. UU. Esto se ha vuelto un tema de tipo económico. Cada persona ilegal que se detiene en EE. UU. es llevada a una de estas cárceles y estas le cobran al Gobierno —estadounidense— US$138 diarios por cada detenido”, explicó, y por lo tanto al Gobierno le interesa quitarse de encima ese costo cuanto antes.
Sin vínculos
La situación es verdaderamente dramática para muchos connacionales deportados que ya no tienen familia en el país, pues ya todos radican en aquel país. Así también cuando se trata de padres cuyos hijos se quedan en territorio de EE. UU.
André Lascoutx, de la Organización Internacional para las Migraciones, explica el drama: “Algunos acaban de irse, pero otros tienen 20 años o más de vivir en EE. UU., y ya no tienen ningún contacto, están como en un país extraño. Tratamos de darles apoyo en el tema de reintegración, para ver si es posible gestionarles un empleo. Les facilitamos un refrigerio, llamadas telefónicas, transporte a su lugar de origen y asistencia médica”, expuso.
Delbert Field, jefe de la misión de la OIM en Guatemala, afirmó que muchos migrantes vienen con señales de violencia, por lo que es importante brindarles atención inmediata.
Para algunos, el final es quedarse y recomenzar; pero para muchos de ellos el intento de volver a EE. UU. queda latente.