En alabama
Eran las 6 horas del 30 de septiembre último, cuando Mateo Mateo, de 63 años y originario de Huehuetenango, se preparaba para ir a su trabajo en un hospital de Gainesville, Alabama.
Agentes de Migración tocaron su puerta con una orden de arresto, señalándolo de indocumentado, pese a que Mateo es residente legal en ese país desde hace más de 10 años.
Las autoridades no le permitieron mostrar los documentos que lo autorizan para vivir y trabajar en EE. UU., y ahora le exigen una fianza de US$15 mil para liberarlo, o lo trasladarán una cárcel de Luisiana.
La detención de Mateo se efectuó 36 horas antes de que entrara en vigencia la Ley HB56 en Alabama, a la fecha la más drástica en su tipo en ese país, y que busca combatir la migración ilegal.
Temor generalizado
Según Helen Rivas, de la Coalición de Justicia al Migrante en Alabama, la HB56 es una ley que tiene a la gente aterrada.
“He recibido llamadas de guatemaltecos que tienen miedo. Expulsar a niños que son más gringuitos (sic), que no conocen otra tierra, es algo cruel”, manifestó.
La activista destacó que el número de inmigrantes de origen guatemalteco que vive en Alabama alcanza los 20 mil, que se concentran en Russellville, Albertville, Collinsville y Athens.
La mayoría de compatriotas procede del altiplano, Jutiapa y Alta Verapaz, y trabaja en la agricultura y empacadoras de pollo y carne —75 por ciento son indocumentados—.
Las consecuencias de la HB56 se conocerán en el largo plazo, pues, además de prohibir la contratación de indocumentados y criminalizarlos, tampoco permite la inscripción de niños en las escuelas, ya que sus padres no pueden demostrar su permanencia legal.
Tampoco podrán alquilar viviendas, ya que la legislación también lo impide. Alabama, que se caracterizó por la lucha racial entre blancos y negros en el siglo pasado, hoy se vuelca contra los indocumentados.
Deciden volver
A la iglesia evangélica Catedral de Fe, situada en Lawrenceville, Atlanta, Georgia, acuden unos 200 guatemaltecos originarios de la Costa Sur, la capital y el oriente.
Los pastores dijeron que desde el 2009 cientos de feligreses se han mudado a otros estados o decidieron regresar a sus países, debido a las restricciones, cada más enérgicas en materia migratoria, que culminaron con la aprobación de la ley SB40, en marzo último.
Douglas Solís, guatemalteco residente en Atlanta, dijo que con otros compañeros de labores planean viajar en el vehículo de alguien que tenga licencia para conducir. “Por manejar sin licencia, uno puede ser detenido y deportado”, explicó.
Según cifras del Consulado de Guatemala en Atlanta, en lo que va del 2011 han sido deportados mil 380 compatriotas que vivían en Georgia, Carolina del Norte y Carolina del Sur, que son las regiones a su cargo.
Novielli informó que ha recibido llamadas de dueños de fincas de cultivos, para solicitarle ayuda para conseguir mano de obra guatemalteca, la cual tiene demanda por su espíritu de trabajo.
No obstante, la aplicación del sistema de verificación de estatus, conocido como E-Verify, hace cada vez más difícil la contratación de indocumentados.
En Arizona vivían unos 20 mil inmigrantes guatemaltecos, pero la cónsul Guzmán, desconoce a cuánto ha disminuido ese número en los últimos meses, pues muchas familias se han mudado a Dakota del Sur y Nuevo México.
Otros estados donde ya están vigentes leyes antiinmigrantes son Utah e Indiana. En Idaho, Colorado y Wyoming preparan iniciativas similares, que convierten el sueño americano en pesadilla.