Cómo lograr instituciones inclusivas para progresar
Muchos temen que una población empoderada sea sinónimo de comunismo. ¡Es todo lo contrario!
Los conceptos de Por qué fracasan los países, de los doctores Acemoglu y Robinson, presentados en mis dos artículos anteriores, permiten saber qué hacer para que Guatemala salga del subdesarrollo y la pobreza; solo nos falta definir cómo. Para ello debemos comprender que Democracia es mucho más que depositar un voto cada cuatro años. Es expresarnos y exigir que nuestros representantes actúen a favor del país. Es empoderarnos e involucrarnos activamente en la supervisión de la política nacional y municipal. Es rechazar la actual democracia, que es cosmética e inútil.
Guatemala no progresa porque sus instituciones son extractivas. Se requiere de la participación ciudadana para transformarlas, y es donde debemos empezar. El principal obstáculo para su participación es la Lepp, una ley totalmente extractiva que favorece a una minoría y permite a los diputados perpetuarse en su curul. Sus deficiencias se trasladan a los partidos políticos que, en vez de ser instituciones de trayectoria, son un vehículo electoral para que sus directivos alcancen cargos públicos en beneficio personal. Con una Lepp inclusiva se fomenta la participación ciudadana, se reforman los partidos políticos, se renuevan los candidatos y se depura el Congreso, a través de elecciones. Las mismas deficiencias de la Lepp afectan al Cang, que se ve dominado por diferentes intereses políticos. Una Lepp inclusiva puede agrupar a los abogados honestos y lograr un colegio más representativo. Entonces, se postulan candidatos idóneos a las cortes y un Congreso depurado elige a los mejores magistrados. Actualmente contamos con políticos satisfechos por unas cortes “balanceadas” y no nos ha ayudado en nada.
La reforma de la Lepp es una acción obligada y urgente para iniciar el cambio.
Una población participativa y empoderada le exige al gobierno el respeto a sus derechos fundamentales. Lo obliga a realizar una reforma total del sistema educativo, una drástica mejora en la salud pública y una inversión efectiva en la infraestructura vial, educativa y de salud. El gobierno, presionado por la población, implementa políticas de transparencia, de seguimiento y de rendición de cuentas. También fortalece las instituciones encargadas de la lucha anticorrupción. Además, al digitalizar y publicar la información, la población se encarga de detectar y denunciar los actos de corrupción, de fiscalizar el gasto público y supervisar la rendición de cuentas a todos los funcionarios. Un OJ renovado realiza su función persiguiendo a los implicados, recuperando los fondos desviados. Todo esto sucede si nos involucramos.
Muchos temen que una población empoderada sea sinónimo de comunismo. ¡Es todo lo contrario! Las instituciones inclusivas solo pueden desarrollarse en un ambiente de libertad, libre mercado, respeto a la propiedad privada, la libertad de expresión y las personas. Una población empoderada con instituciones inclusivas es lo opuesto al socialismo/comunismo, es progreso, justicia, crecimiento económico sostenible y bienestar individual para todos. Basta con analizar las diferencias entre Omán y Yemen, dos países vecinos de recursos similares. Las instituciones extractivas de Yemen han provocado corrupción y pobreza. (https://youtu.be/7BW9VwWQZhw?feature=shared)
En conclusión, la participación ciudadana es clave para erradicar la corrupción, un cáncer provocado por instituciones extractivas. Si no transformamos nuestras instituciones, la población seguirá con educación deficiente, salud precaria y sumisa bajo la corrupción. Las actuales instituciones de Guatemala se crearon para un mundo que ya no existe y deben cambiar. La reforma de la Lepp es una acción obligada y urgente para iniciar el cambio. Los políticos actuales la rechazan porque va en contra de sus propios intereses personales y los de la élite favorecida. Una Lepp inclusiva empodera a la población y le hace luchar por Guatemala, repudiando la izquierda extractiva, que es aún más corrupta. La transformación de Guatemala no está en manos de los políticos de siempre, sino en las de cada uno de nosotros. Es tiempo de actuar. ¡Manos a la obra!