Escenario

Horrores idiomáticos y algo más…: ¡Por inocente!

Hoy, 28 de diciembre, es el día de los Santos Inocentes, que conmemora el asesinato de cientos de infantes.

María del Rosario Molina. (Foto Prensa Libre: Cortesía María del Rosario Molina)

María del Rosario Molina. (Foto Prensa Libre: Cortesía María del Rosario Molina)

La realidad y la leyenda se mezclan en un remoto pasado y en esta fecha se recuerda la matanza de muchos niños ordenada por Herodes, tetrarca de Galilea, temeroso de ser destronado, porque tres reyes magos que visitaron su palacio le habían hablado de su viaje porque una inmensa estrella por esos días iluminaba con brillos refulgentes el cielo invernal de Palestina en busca de un recién nacido: el Rey de reyes. Llevaban esos magos de Oriente, descendientes de Sem, Cam y Jafet, los tres hijos de Noé que tras el diluvio habían repoblado el mundo: oro, incienso y mirra para ofrecerlos al tierno infante.

San Beda, nacido en Durham, Inglaterra, a mediados del siglo VII, describe el aspecto físico y hasta los colores de las vestimentas de esos magos, estudiosos de la astronomía que en ese entonces no se distinguía de la astrología. Cómo logró averiguar el erudito santo, escritor de la primera Historia de Inglaterra, estudioso de filosofía, teología y astronomía, amén de poliglota (o políglota) tantos detalles de esos personajes, es cosa que ignoro, aunque es de suponer que lo obtuvo por tradiciones, quizás orales, de seis centurias atrás.

La fiesta religiosa y solemne de los Santos Inocentes pasó a ser con el tiempo una tradición en España, donde se celebraba agasajando a los niños que pedían de puerta en puerta su “aguinaldo”, consistente en sabrosas “tapas” —jamón serrano, morcillas y otras delicias— y galletas, entre ellas las conocidas “polvorosas”. También hacían bromas inocentes, tales como echar azúcar en los saleros o colocar figuras ridículas en las espaldas de las personas. De España la tradición pasó a América y las bromas de los chapines ya no fueron tan inocentes; algunas llegaban a extremos de mal gusto, e inclusos asustaban a las víctimas.

La aculturación nos hace perder nuestras tradiciones por obra y gracia de la televisión, el cine y los migrantes y parece inevitable. Afortunadamente, el fools day extranjero no se ha abierto camino en Hispanoamérica, como en su día lo hicieron el ya veterano Santa Claus, sustituto del Niño Dios y de los Reyes Magos, antiguos portadores de los regalos, el árbol de Navidad que relegó a los nacimientos a un segundo plano, y ahora Halloween y Thanksgiving. Por eso, aunque muy poco, aún se escucha por ahí un “¡por inocente!”, seguido a veces de una frase malsonante: “c… caliente”.

“El viejo patriarca que todo lo abarca”, como llama al Tiempo en una bella imagen de un no menos bello poema el gran poeta uruguayo Julio Herrera y Reissig, ya casi arranca la última hoja del calendario del 2011, y una más de nuestras vidas. Deseo fervientemente que el 2012 nos traiga paz y seguridad, “…que abunde el maíz, que abunde el frijol…” y que el nuevo Gobierno no nos defraude.

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