Esta vez fue en el Mateo Flores, donde interpretó un repertorio completo, una de las muchas razones para afirmar que tiene uno de los shows más profesionales y de calidad a nivel mundial.
Para ordenar un poco las cosas, en primer lugar, el clásico montaje teatral le da a sus músicos, y a él mismo, la tranquilidad de sentirse libres en una calle que guarda miles de historias.
Puede cambiar en segundos, sobre ella, de una situación a otra. De cantar a media calle y que ha bajado del 5to. Piso, cerca de donde alguien toca una batería, se puede ir a la banqueta del bar a recordar a Don David, con un par de guitarristas, o quedarse en el auto, que en realidad es un piano, haciendo un recuento de lo vivido, como lo usó para repasar el repertorio del concierto. Todo está perfectamente bien dispuesto sobre el escenario.
En el monólogo, que sucede mientras se detiene a conversar, dando explicación a sus temas, la retroalimentación es provista por el coreo de cada canción, los gritos y chiflidos, que procedían en mayor parte del lado de la general y la tribuna. Es la convivencia más esperada por su gente, que se asoma a su 5to. Piso y admira todos los mensajes que hay en este.
Arjona aseguró al empezar que no sería del tipo que deja con las ganas, y que cantaría hasta el aburrimiento. Pero dejar con las ganas es la naturaleza de los buenos; así, la próxima vez que venga el estadio estará de nuevo repleto de gente que se ha quedado con cierto sabor dulce a más.