PUNTO DE VISTAEl Estado indispensable
Con el estruendoso fracaso del ?socialismo real? en el ex imperio soviético, la democracia y el mercado vencieron la gran batalla del siglo XX frente al totalitarismo y la economía colectivista. Sin embargo, la lucha contra la pobreza continúa.
El mercado ha demostrado su eficacia y su evidente superioridad, en la creación de riqueza, sobre el colectivismo comunista y el estatismo populista que, como dice Bronislaw Geremek, ?no sólo no crearon riqueza, sino ni siquiera distribuyeron con justicia la pobreza?.
Sin embargo, el mercado, como todo mecanismo, es imperfecto y ciego, crea riqueza pero la reparte con indiferencia, generando desigualdad e injusticia. Por eso, Kart Popper, quizás el más grande pensador liberal del siglo pasado, dijo que ?los mercados libres no funcionan muy libremente, si se les deja libres?.
El mercado es un impresionante motor de la historia, fautor del cambio y la innovación tecnológica, pero también es un inestable creador de inseguridad e incertidumbre.
Después del éxito de los países asiáticos, para los económicamente alfabetos, es evidente que existe una sola economía que funciona: la economía de mercado, y que el desarrollo depende de la implementación de políticas sensatas, cuyas reglas básicas se podrían resumir así: los gobiernos deben asegurar un ambiente favorable para la productividad de la economía, esto requiere un sistema de precios de competencia, que optimice el uso de los recursos; una economía inteligentemente abierta al comercio internacional, que permita la competencia y el acceso a la nueva tecnología.
Los gobiernos deben evitar financiarse con la maquinita de dinero ?inorgánico?, causa fundamental de la inflación e invertir en investigación tecnológica, infraestructura, salud y educación.
El fracaso del Estado populista creó las condiciones para una excesiva reacción neoliberal, que yo llamaría propiamente ?paleoliberal?, que busca el ?Estado mínimo?.
Más recientemente, el Banco Mundial y académicos de la talla de Jeffrey Sachs, entre otros, han demostrado que el desarrollo requiere de instituciones estatales efectivas y capaces. Estado y mercado no son antitéticos, sino complementarios.
Un Estado eficiente es fundamental en la creación de las bases institucionales para el adecuado funcionamiento del mercado. Para el bienestar social es fundamental reforzar la capacidad del Estado, entendida como la habilidad de asumir y promover eficientemente acciones colectivas. El fortalecimiento institucional del Estado es una condición necesaria del desarrollo.