Por lo que respecta a su composición, es rocoso y tiene hierro en su interior, al igual que la Tierra, como se detalla en dos investigaciones publicadas esta semana en la revista Nature.
Sin embargo, no pueden decir que sea un gemelo ya que también hay notables diferencias. Por ejemplo, tarda mucho menos en orbitar su estrella que la Tierra el Sol. Apenas ocho horas y media, frente a los 365 días que emplea la Tierra en dar una vuelta al Sol.
Por su proximidad con su estrella, los científicos están convencidos de que no puede albergar ningún tipo de vida, pues creen que se trata de un mundo extremadamente cálido en el que podrían registrarse temperaturas de entre 3.000 y 5.000ºC.
“La altísima temperatura superficial descarta la presencia de agua”, explica Emilio Molinari, director del Telescopio Nazionale Galileo en el Observatorio del Roque de los Muchachos, en La Palma, España, y coautor de uno de los artículos.
“Éste es sin duda el exoplaneta con características físicas más parecidas a nuestro planeta entre los descubiertos a la fecha de hoy”, asegura Molinari. Con un espejo primario de 3, 58 metros de diámetro, el TNG, que depende del Instituto Italiano de Astrofísica.
Kepler-78b es también el exoplaneta más pequeño del que se han podido conocer de manera bastante precisa su masa y su radio. Ha sido posible gracias a un espectrógrafo de alta resolución diseñado específicamente para la búsqueda y el estudio de planetas extrasolares.
Se trata de HARPS-N, High Accuracy Radial Velocity Planet Searcher – North, con el que los científicos esperan estudiar y confirmar qué candidatos observados previamente por el telescopio Kepler de la Nasa pueden pasar a considerarse oficialmente exoplanetas.
Una de las coautoras de este estudio es la española Mercedes López-Morales, investigadora del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, en EEUU. “Lo que hace que consideremos a Kepler-78b un planeta especial es que es hasta ahora el más parecido a la Tierra que hemos descubierto en término de peso y tamaño.
Es solo 1,7 veces más pesado que la Tierra y gracias a los datos del espectrógrafo HARPS-N y el telescopio espacial Kepler hemos podido determinar que es un planeta rocoso, con una densidad casi igual a la de la Tierra”, afirma López Morales.