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Diego Berrios busca marcar la historia en el lanzamiento de martillo

Sonriente, carismático y buen padre, así se  describe Diego  Alejandro Berrios Sánchez, el hombre que  con trabajo y esfuerzo se forja  un camino  que lo llevará a marcar un hito en la historia del deporte: ser el mejor lanzador de martillo de todos los  tiempos.

Diego Berrios es una de las figuras nacionales de lanzamiento de martillo. (Foto Prensa Libre: Óscar Felipe)

Diego Berrios es una de las figuras nacionales de lanzamiento de martillo. (Foto Prensa Libre: Óscar Felipe)

El atleta, que en enero pró ximo cumplirá 30 años, tiene  bien cimentado un objetivo:  lanzar la bola de acero —7.257  kilogramos— a una distancia  de 70 metros, que sería una  plusmarca en el plano nacio nal, la cual superaría el actual  registro de 66.23,  en manos de  su entrenador Raúl Rivera,  impuesta en el 2006.

Diego, cuya  mejor marca  es de 64.84 metros, toma es te reto como un “sueño lindo  y alcanzable”, o quizá como  otra pesadilla, como lo sin tió hace 16 años. La vida de  Diego  giraba en sus estudios  cuando cursaba sexto pri maria y entre la distracción  de los videojuegos de Nin tendo, su padre lo obligó a  practicar el deporte  “más  desconocido del planeta”,  según cuenta.

La zozobra era porque   nunca alcanzaría la meta, lo   que sería una gran frustra ción, pero confiesa que en sus  entrenamientos ha logrado  mejores números, tal como  sucedió en agosto de este año,  cuando en su rutina logró la  marca de 65.28.
cosas del destino.

Berrios pierde la mirada al  recordar el pasado, cuando  apenas con 6 años inició a  practicar la marcha atlética,  pero sin imaginarse que había  un destino promisorio que lo  esperaba.
 

A finales de 1997, siendo su  padre, Francisco Antonio,   presidente de la Federación  Nacional de Atletismo, viajó  como dirigente al Mundial de  Atletismo en Grecia, donde al  ver a los competidores en la  cita le surgió la idea de que  Diego debía practicar un de porte; qué mejor si  era el lanzamiento de martillo.
 

“Al principio no conocía  este deporte. Un día, él re gresaba de su viaje y yo jugaba  Nintendo. Me dijo que tenía  que practicar lanzamiento de  martillo. Me puso un video  que trajo del mundial, pero  específicamente me enseñó  las competencias de martillo”,  recordó Diego.

“¿Eso querés que practi que?, ¡no me gusta!”, respon dió en su momento  el atleta,    primeras palabras de repro che contra  su papá.
Después de las escabullidas  y constantes negaciones, final mente accedió a iniciarse en el  proceso de aprendizaje, siendo  su mismo padre el  entrenador.

“Todo diciembre empecé  con rutinas de  pesas, y el si guiente año me inscribió en  una escuela militar. Él me lle gaba a traer todos los días, y sin  importar el cansancio cumplía mos con los entrenamientos.  A  pesar de lo que él hacía por mí,  yo no le encontraba sentido al  deporte”, reconoce.

Pero el giro de 180 grados  se dio cuando fue nombrado  para participar en los Juegos  Nacional de ese año —1998—,  en los que se consagró campeón juvenil nacional, al ga nar  su primera medalla de oro  y adjudicarse la  marca para  asistir al torneo de atletismo  juvenil en Nicaragua del año  siguiente. En el 2001 asistió a  sus primeros Juegos Centroa mericanos.
 

“Justo en ese momento se  dio una situación difícil. Ter minamos el año con logros, y  mi papá me dijo: ‘Bueno, ya  hice mi trabajo, si querés se guí y si no te quedás’. Fueron  instantes  de incertidumbre,  porque, siendo campeón con  pase a Costa Rica, me ofre cieron una pequeña beca de  estudios. Decidí quedarme.  Desde entonces sigo aquí lu chando por un sueño que  nunca me imaginé”, expresa.

Ahora, 16 años después, el  atleta sueña con grande cosas.  “A estas alturas miro mis me tas a corto y largo plazo. Pri mero será mejorar el récord  nacional y alcanzar los 70 me tros, y luego buscar los  Juegos  Olímpicos”, confiesa.

Sus fortalezas
Berrios se considera un  atleta disciplinado y que sabe  combinar de buena forma su  deporte y la práctica de su  profesión, la licenciatura en  Zootecnia.
 

“Trabajo mucho la fuerza,  que es algo importante, y lo  refuerzo con sesiones de gim nasio para la espalda y pier nas. Antes solo hacía sentadillas con 180 kilogramos,  ahora mi récord es de 225.  Hago la conversión con mis  lanzamientos; antes tiraba 58  metros, ahora no bajo de 62”,  explica.
 

“También nuestro trabajo  está enfocado en el perfec cionamiento de la técnica de  lanzar el martillo, para ello se  necesita fuerza y agilidad”,  agrega el atleta.

El lanzador, nacido en la  capital, enfatizó que en este  deporte cada centímetro que  se logra es producto de tra bajo en conjunto con los en trenadores.

“Si uno está fuerte tiene  que ser ágil, si es ágil tiene que  esta bien psicológicamente.  Son tres factores que forman  un triángulo para alcanzar el  éxito”, asegura.

Padre orgulloso
A  Diego   le ha sonreído la  vida  en el plano familiar.
Hace tres años se casó con  Karla María Palacios, y hace  apenas tres meses  nació San tiago, su primogénito.

“Todo esto ha variado mi  vida. Me han dado enormes  alegrías. Sin duda modificó    totalmente la rutina diaria,  porque a veces nos toca cam biar pañales” —sonríe—.

El atleta reside  en una fin ca en Fraijanes, donde tiene  una granja avícola que le da  algo extra para vivir, tomando  en cuenta que es atleta be cario del Comité Olímpico  Guatemalteco.

Según Berrios, el tema eco nómico siempre ha sido un  problema. Pese a que desde  varios años mantiene  apoyo  de los órganos deportivos,  siempre hay necesidades, co mo la compra de suplementos  vitamínicos,  zapatos —imple mento deportivo que más se  gasta en este deporte— que le  toca costear.

Diego se ha convertido en  el ejemplo en su familia. Su  hermana Carolina, con ape nas  6 años, es una destacada  atleta de gimnasia rítmica, y   su hermano mayor, Javier, es  entrenador de la selección de  futbol de atletas especiales.

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