Aura Marina Vielman, miembro del grupo, relató que una de las causas de su éxito es que se dieron cuenta de que las empresas exportadoras de esta planta solo envían lo mejor al exterior y dejan las de mala calidad para comercializarlas en el país, por lo que se propusieron cultivar mejores especies para el mercado nacional.
Manuela de Jesús Par Castro, otra participante, expuso que para mejorar la calidad de las rosas recibieron capacitación y debieron comprar esquejes e injertos de rosas a US$0.75 (unos Q5.87) cada uno, aunque en la actualidad ellas los producen. Además, aprendieron a hacer pruebas para lograr nuevas variedades.
Agregó que producen diferentes clases de rosas, de colores variados, y venden cada ramo de 24 unidades a Q50. “Cada semana producimos un promedio de 500 ramos”, resaltó Par.
Añadió que cada rosal les produce 36 flores por año, y la vida productiva de cada uno es de cinco años.
Las emprendedoras pertenecen al Centro de Desarrollo Integral Guatemalteco (Cedig), organización que desde hace 17 años apoya a viudas y mujeres mayores, ya que debido a su edad son rechazadas por el mercado laboral nacional.
Sin embargo, lo alcanzado no ha sido fácil. Sigda Nineth Chacón Morales, coordinadora del Cedig, comentó que durante el tiempo que tienen de funcionar han enfrentado adversidades y sufrido derrotas. Al principio, el proyecto fue instalar una tienda de abarrotes, pero como no funcionó le apostaron a la crianza de pollos, marranos y vacas, pero el resultado no fue alentador.
También incursionaron en la producción de maíz, frijol y tomate, pero las condiciones climáticas no fueron favorables; sin embargo, con las rosas todo fue distinto.
Chacón Morales comentó que todavía les falta invertir en equipo, como el que se usa para hacer un cuarto frío, que les permitiría preservar las flores por más tiempo.