Chimaltenango

Oenegé busca reducir trabajo infantil en comunidades

Hasta hace unos años, una gran cantidad de niños de la comunidad rural de San Jacinto, Chimaltenango, se dedicaba  a trabajar en diversas actividades para ayudar en la economía familiar; sin embargo, en los últimos años el porcentaje se ha reducido, y los menores han vuelto a las aulas.

Niños y  jóvenes son atraídos con juegos y actividades lúdicas, pero  también les imparten talleres sobre sus derechos, y a los padres de  familia, acerca de obligaciones y oportunidades. (Foto Prensa Libre: José Rosales)

Niños y  jóvenes son atraídos con juegos y actividades lúdicas, pero también les imparten talleres sobre sus derechos, y a los padres de familia, acerca de obligaciones y oportunidades. (Foto Prensa Libre: José Rosales)

CHIMALTENANGO – Un considerable porcentaje de  niños de escasos recursos    en  esa comunidad solían abandonar la escuela y emplearse como vendedores, limpiabotas, repartidores de mercadería, ayudantes y en muchas otras actividades.

Sin embargo, hace cuatro años la situación empezó a cambiar. Personal de la oenegé  Centro de Estudios y Apoyo Local (Ceadel) comenzó a sembrar la semilla entre niños y padres de familia sobre el daño social que produce la explotación del trabajo de niños y adolescentes.

Gladys Marroquín, coordinadora de proyectos de Ceadel, expuso que empezaron a impartir talleres de capacitación a líderes, maestros, vecinos y miembros del Consejo Comunitario de Desarrollo  para contrarrestar esta práctica en esa comunidad.

“Lamentablemente, aún hay padres de familia que miran el trabajo de menores como normal, ya que consideran que sus hijos desde pequeños tienen que ganarse la vida”, dijo Marroquín.

Agregó que les preocupa porque muchas jovencitas resultan embarazadas a temprana edad, y los hombres se exponen a  la violencia.

 Gabriel Celada, director de Ceadel, expuso que para conseguir trabajo en empresas, muchos menores utilizan documentos de identificación falsos.

Indicó que también tienen programas en las comunidades Bola de Oro y Santa Isabel; sin embargo, donde había más explotación laboral infantil era en San Jacinto.

Celada   contó que para atraer a  niños y adolescentes organizan actividades extraaula  y talleres de actividades lúdicas —música, teatro, juegos con zancos, etc.—, y  también llevan a cabo talleres en los que les dan a conocer sobre los derechos de los menores.

Añadió que algunos casos en los que los menores tengan que trabajar a causa de la pobreza de la familia, se les proporciona una beca escolar.

Delia Raymundo, madre de familia, contó que sus hijos trabajaban, pero con la ayuda de Ceadel  ahora solo se dedican a estudiar.

La lideresa comunitaria María Sequén considera que las autoridades deben sumarse al esfuerzo de Ceadel, para acabar con el trabajo infantil.

 

ESCRITO POR: