Su nombre y su historia como entrenador exitoso están ligados a la historia de nuestro futbol, tanto a nivel de equipos, como de Selecciones nacionales.
Guiando y formando generaciones de futbolistas que hicieron campeones a Municipal, Aurora y Comunicaciones, que de su mano fueron a los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 y que con su luz lograron el triunfo internacional más grande de la historia del país, el Norceca de 1967.
Su vida exitosa está plagada de halagos y de reconocimientos, que deben tenerlo tranquilo con usted mismo, satisfecho de la vida y agradecido con Dios.
Habemos generaciones de jugadores que le debemos tanto, no sólo en nuestra formación como futbolistas, con conceptos tácticos y técnicos; de garra y de gran amor a la camisola, sino también de hombres de bien y de éxito en su vida.
Vienen a mi mente aquellas horas interminables de sol en las que trabajábamos cierres, coberturas, marcación personal y decenas de centros al área. Cómo nos sirvieron en nuestra carrera.
Veo ahora los jóvenes actuar en los equipos de Liga Mayor y se que no los están preparando igual, cuánta falta de trabajo y deficiencia denotan.
Cómo necesita nuestro sufrido futbol de entrenadores como usted: didactas de la formación táctica y técnica, además del maestro y guía de la vida.
Todos cumplimos ciclos en la vida y usted tiene que estar satisfecho con el suyo. Ojalá aparecieran más como usted Don Rubén, en este querido futbol ( ).
Qué Dios lo bendiga.
Allan Wellman
Al padre, Don Rubén
“Don Rubén Amorín es una persona especial. Como entrenador logró éxitos que nadie ha obtenido. En lo personal es como un padre, porque siempre se preocupó por mí, así como de los jugadores a quienes dirigió”, recordó una de las leyendas del futbol de Guatemala, Óscar Enrique el “Conejo” Sánchez, quien compartió gratos momentos con el adiestrador uruguayo.
Siempre estaba pendiente de los jugadores. Como entrenador fue exigente. En lo personal viví momentos agradables con él; me ayudó en mi formación futbolística, así como en lo personal. Sus consejos siempre los tomé en cuenta.
Me identifiqué rápido con Don Rubén. Antes de cumplir un año en el futbol mayor, en 1974, me convocó a una selección olímpica. Ese momento es inolvidable. Siempre se lo voy a agradecer, porque me tuvo confianza al convocarme.
Él siempre tuvo palabras alentadoras; se preocupaba cuando alguien tenía inconvenientes personales. Antes que entrenador fue un maestro. Sus bromas y puntadas siempre fueron motivo de risas.
La mayoría de jugadores se identificaron con él; yo no fui la excepción. La armonía entre ambos fue de inmediato. Siempre hubo respeto. Él tenía un don especial para tratar a las personas. Me aconsejo que siempre fuera un verdadero profesional; que jugará sin reservarme nada.
Don Rubén cambió el futbol de Guatemala. Logró éxitos que nadie ha conquistado. Fue un honor estar bajo su dirección técnica. Sin embargo, a pesar de sus cualidades, él siempre fue humilde.
Siempre voy a valorar su influencia, porque fue positiva para mí. Don Rubén y doña Paquita fueron importantes en mi vida, por la amistad que surgió en ambas familias.
Gracias Don Rubén por todo lo que nos dio y por las enseñanzas que nos dejó cuando compartimos la misma cancha.
Óscar el Conejo Sánchez