La sombra de fraude sobre las elecciones del 7 de marzo de ese año, una marcada corrupción y el rápido avance de la guerrilla fueron el estandarte con que los militares justificaban el movimiento golpista contra el entonces presidente, general Fernando Romeo Lucas García.
“Quería informarles: el día de hoy se llevó a cabo un movimiento armado que tuvo por objeto desconocer al gobierno. Lo hemos hecho y hemos controlado la situación. En este momento integramos la junta de gobierno tres personas, el general Horacio Maldonado Schaad, el coronel Francisco Gordillo Martínez y yo”, informaba entonces Ríos Montt, quien falleció el 1 de abril de 2018, a los 91 años.
“En los días previos al golpe de Estado, en el país se vivía un ambiente de inestabilidad debido a los atentados de la guerrilla y el acoso del Ejército contra poblados civiles, sobre todo en áreas rurales. El conflicto armado interno que vivía el país era más intenso en la provincia, pero pocas noticias llegaban a la metrópoli”, recuerda una nota de Prensa Libre.
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“La tensión subió al conocerse que las elecciones presidenciales las había ganado el candidato oficialista, el exministro de la Defensa, general Aníbal Guevara. El descontento fue generalizado de distintos sectores, incluido el poder económico, que presionaron para evitar la continuidad del gobierno de Lucas García, considerado como uno de los más represivos de la historia contemporánea del país”, consigna el artículo de Hemeroteca.
El descontento era general y los dirigentes de varios sectores inconformes buscaron a Ríos Montt, un excandidato presidencial, entonces ministro de una iglesia evangélica, y quien se decía que había perdido las elecciones de 1974 por un fraude electoral y que posteriormente fue enviado como agregado militar a España.
Ríos Montt regresó a Guatemala y se recluyó en la vida privada. No tuvo mayor protagonismo público, hasta aquella mañana del martes 23 de marzo de 1982.
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Aunque al principio ofreció un gobierno transitorio, el 9 de junio de aquel mismo año, disolvió el triunvirato y se autoproclamó Jefe de Estado.
Descontento
Ese descontento, que irónicamente surgió dentro de las filas del mismo Ejército, puso contra la pared a gran cantidad de líderes militares. El poder civil era casi nulo.
Hubo manifestaciones en que participaron los líderes políticos de ultrataderecha Mario Sandoval Alarcón y Leonel Sisniega Otero, que empujaron el derrocamiento de Lucas García, ya que se oponían a que Guevara asumiera.
En esa época existía presión para que los militares ganaran la guerra a la insurgencia, pero también para que cedieran el poder a civiles, lo cual todavía estaba lejos de suceder.
Los dirigentes de los alzados buscaron al general Efraín Ríos Montt para que encabezara la junta militar golpista. Para entonces, Ríos Montt, excandidato presidencial que había perdido las elecciones en 1974, supuestamente por un fraude, era ministro religioso de una iglesia evangélica.
Durante su gobierno, se agudiza el conflicto armado interno. El 8 de agosto de 1983, su ministro de la Defensa, general Óscar Humberto Mejía Víctores, lo derroca y abre paso al retorno de la democracia.
El 1 de julio de 1984 se elige por votación una Asamblea Nacional Constituyente. La actual Constitución entra en vigencia el 31 de mayo de 1985. El 14 de enero de 1986, asume la presidencia Vinicio Cerezo Arévalo, el primer presidente civil desde Julio César Mëndez Montenegro.
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Exclusivo
El movimiento armado “es exclusivamente institucional para revitalizar las instituciones y rescatar los valores morales que se han quebrado y los hombres han ensuciado”, dijo entonces Ríos Montt, presidente de la junta militar que a las 10 horas había depuesto al gobierno de Lucas García. Junto a él estaban Maldonado Schaad y Gordillo Martínez, quienes inmediatamente asumieron quienes asumieron las carteras de Gobernación y de Comunicaciones y obras públicas, respectivamente.
Ríos Montt también se desempeñaría en la cartera de la Defensa Nacional.
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