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Para evitar nuevos disturbios, las autoridades prohibieron su acceso a los manifestantes. También prohibieron protestas en un perímetro adyacente dentro del cual está el palacio presidencial del Elíseo y la Asamblea Nacional.
Ante la veda, los “chalecos amarillos” no tuvieron más remedio que congregarse en otros puntos de la capital. Varios cientos marcharon al grito de “¡Renuncia Macron!” desde la plaza Denfert-Rochereau, en el sur de la capital, hacia Montmartre, en el extremo norte de París.
“Ir a los Campos Elíseos hubiera sido una provocación, en vista de la represión que anunciaron”, dijo Jean-Paul Tonson, un manifestante de 57 años. “Pero vamos a seguir viniendo, no vamos a retroceder”, prometió.
El Ministerio del Interior contabilizó 8 mil 300 manifestantes en todo el país, un poco más de la mitad de los 14 mil 500 del sábado pasado. En París, la caída era más marcada con 3 mil 100 manifestantes en las calles, frente a 10 mil hace siete días.
Tras la marcha, que se desarrolló en calma, se registraron algunos incidentes cuando un grupo de manifestantes quiso dirigirse hacia el centro de la capital. La Policía empleó gases lacrimógenos para dispersar a la muchedumbre, en la cual se divisaba a varios jóvenes con capuchas y el rostro cubierto con pañuelos.
Cero impunidad
El ministro del Interior, Christophe Castaner, quien fue cuestionado tras la violencia del sábado pasado, prometió “cero impunidad” para los autores de destrozos e instó a la Policía a aplicar las consignas “sin dudas ni medias tintas”.
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Unas 56 personas fueron detenidas en París por haberse congregado en el perímetro vedado y 45 fueron multadas. Las multas en caso de participar en una manifestación sin autorización pasaron esta semana de 38 a 43 dólares (Q330) o 152 dólares (Q1 mil 167) para disuadir a los manifestantes.
Eric Drouet, una de las figuras más conocidas de este colectivo antigobierno que nació en las redes sociales hace poco más de cuatro meses, dijo a la cadena de televisión BFMTV que fue multado por supuestamente participar en una manifestación que no fue declarada. “Todo es falso”, denunció.
Además de París, Niza, Burdeos y Toulouse, en el sur del país, escenarios de concentraciones a menudo más multitudinarias que las de la capital, también prohibieron manifestaciones en varias zonas clave.
En Niza se registraron escaramuzas cuando cientos de manifestantes desafiaron a las autoridades e intentaron penetrar a un área vedada, a lo cual la Policía respondió con gases lacrimógenos.
Veintiséis personas fueron detenidas y una manifestante resultó herida en esa ciudad mediterránea, en donde se reunirán los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, y su par chino, Xi Jinping, este domingo.
También se registraron incidentes en otras ciudades, como Nantes, Burdeos y Montpellier, pero sin comparación con los de otros fines de semana.
Militares desplegados
Tras los desmanes de la semana pasada, que dieron la vuelta al mundo, Emmanuel Macron está determinado a demostrar que su gobierno controla el orden público y no escatimó en medidas.
Además de prohibir las manifestaciones en los perímetros más sensibles, el mandatario anunció un despliegue de militares de la operación antiterrorista Sentinelle (que cuenta con 7 mil efectivos desplegados por todo el territorio desde los atentados de 2015) para proteger edificios públicos y permitir a la Policía concentrarse en el mantenimiento del orden.
El anuncio desencadenó una polémica y la oposición denunció una “sobrepuja” del gobierno. Unas declaraciones del viernes del gobernador militar de París aludiendo a la posibilidad de que los soldados “disparen” sirvieron para echar más leña al fuego.
Para calmar la controversia, el presidente Macron denunció un “falso debate” e insistió en que el Ejército no estará a cargo del orden público.
Aunque la aprobación de los “chalecos amarillos” entre la opinión pública está en fuerte descenso (-8 puntos desde el vandalismo del sábado), aún no se vislumbra ninguna salida a la crisis.
El movimiento, que nació en noviembre ante el hartazgo social y fiscal, mutó en una contestación proteica, sin líderes claros, y no se calmó con el “gran debate nacional” lanzado por Emmanuel Macron para responder a los reclamos de los franceses.
Este gran debate, que dio lugar a más de 10 mil reuniones en todo el país sobre temas tan diversos como el poder adquisitivo, la fiscalidad, la salud o la educación, concluyó la semana pasada, y ahora el gobierno debe hacer propuestas.