Este sábado por la noche, el primer ministro saliente, Benjamín Netanyahu, y su rival laborista intentaron convencer a esos indecisos con un breve debate televisado en el programa político de la segunda cadena de la televisión israelí. Allí, han hablado de diplomacia y también de seguridad, uno de los temas centrales de la campaña.
Esta debe cerrarse oficialmente este domingo por la noche con una gran concentración de la derecha en Tel Aviv, en la que todavía no se sabe si participará el propio Netanyahu.
Su partido, el Likud, intentará cosechar el mismo éxito que la izquierda, que consiguió reunir hace una semana a decenas de miles de simpatizantes.
Los últimos sondeos autorizados han registrado un avance de cuatro escaños para la Unión Sionista compuesta por el partido de Herzog y el partido centrista HaTnuah de Tzipi Livni.
El Likud obtendría 20 escaños frente a los 24 de la Unión Sionista, según el sondeo de la cadena privada Canal 10. De acuerdo con la encuesta del Canal 2, el resultado sería de 22 contra 26 escaños, respectivamente.
– Netanyahu, criticado por la seguridad –
A pesar de este avance de la alianza de centroizquierda, el resultado de las elecciones continúa siendo muy incierto. En el sistema israelí, el líder de la lista más votada no es el que acaba formando gobierno necesariamente, sino que de esta tarea se encarga el que, entre los 120 diputados electos, consigue constituir una coalición de mayoría con otros grupos del Parlamento.
Y dada la dispersión del voto anunciada entre al menos once listas de derecha, de izquierda, ultraortodoxos y árabes, la composición de la próxima mayoría resulta difícil de prever; el nombre del próximo primer ministro podría no conocerse hasta dentro de varias semanas.
Por su fuerza y su experiencia política, se cree que Netanyahu, que aspira a un tercer mandato consecutivo, está en mejores condiciones que Herzog para formar una coalición.
Tras difundirse los resultados de los sondeos, Netanyahu ha multiplicado sus entrevistas en prensa y televisión, después de haberse abstenido durante meses de hacer cualquier aparición en los medios.
“La jubilación no es lo mío. Lo mío es la victoria”, afirmaba el jueves recién pasado en el diario Jerusalem Post.
Netanyahu, que durante toda su campaña se ha presentado como el “Señor Seguridad”, advirtió en el mismo periódico que una victoria del centroizquierda pondría en peligro la seguridad de Israel.
“(Los laboristas) no aguantarían el golpe ni una milésima de segundo (…). Se nos presionará para que volvamos a las fronteras de 1967 y para que dividamos Jerusalén. Se nos presionará para que dejemos de oponernos a un acuerdo (internacional sobre el programa nuclear) iraní”, advirtió.
Sin embargo, un antiguo jefe del Shin Bet, el servicio de seguridad interior israelí, Yuval Diskin, mostró su apoyo a Herzog el viernes recién pasado y criticó severamente el balance en materia de seguridad de Netanyahu.
Diskin, jefe del Shin Bet entre el 2005 y el 2011, cita principalmente las negociaciones con los palestinos “conducidas con una ineficacia sorprendente”, las liberaciones de prisioneros palestinos para evitar el bloqueo de construcciones en Cisjordania y las últimas campañas militares israelíes en Gaza, “que no dieron ningún resultado decisivo” contra el movimiento islamista Hamas.
En la Prensa, Netanyahu denunció la movilización de “grandes sumas de dinero” en el extranjero para hacerle perder las elecciones. “Los estados europeos y la gente de izquierda del extranjero” financian a organizaciones que alientan a árabes e israelíes de izquierdas a votar, consideró.