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Cómo las bandas escolares en Guatemala se convirtieron en el mayor movimiento estudiantil del país

Las bandas escolares en Guatemala mantienen viva una tradición que combina disciplina, música y valores.

El tradicional desfile para conmemorar la independencia en el pa’s se realiz— en el centro hist—rico para presentar a las bandas m‡s importantes y conmemorar los 204 a–os de independencia

La disciplina y la constancia forman parte de los valores que fortalecen a los jóvenes integrantes de las bandas escolares. (Foto Prensa Libre: Kimberly Monterroso Solares)

Los patios escolares son centros de reunión donde, semana tras semana, miles de estudiantes afinan sus instrumentos. Marzo es, aproximadamente, el mes en que los alumnos entusiastas comienzan a reunirse para organizar los ensayos.

Disciplina, constancia y perseverancia son algunos de los valores que refuerzan  los jóvenes uniformados que transforman el silencio matutino en melodías que han marcado generaciones. Y cada septiembre, miles de estudiantes marchan por las calles de todo el país  en el desfile de Independencia, mientras interpretan, más que música, una tradición que se ha adaptado a cada época sin perder su esencia.

Colegio Jardín de las Rosas

Este establecimiento fue fundado en 1921, y su banda de guerra empezó su caminar en 1941, dice Rina Figueroa de Góngora, actual directora.

Comparte que, si bien el plan está instalado  en la zona 8, se fundó  alrededor de 1916, en Huehuetenango, como iniciativa de un grupo de misioneras. “En sus principios también fue un hogar de niños y se recibía a estudiantes de escasos recursos, cuyos padres no podían atenderlos. En ese tiempo se llamaba colegio La Esperanza”, explica.

“Ya son tres generaciones las que han trabajado en esta institución: las fundadoras; mi abuela, María Clara Zamora —parte de la fundación inicial—; luego mis padres, quienes asumieron la dirección después del terremoto de 1976, y hoy nosotros, sus descendientes”.

Continúa: “Mi hermano Carlos Figueroa es el director general, y yo regresé en 2014 para sumarme a la labor educativa. Han pasado 11 años desde que retomé este compromiso”.

La banda de guerra fue fundada en 1941.  En 1960 se adaptó su uniforme de gala.  Durante las décadas de 1980 y 1990, la agrupación alcanzó su máximo esplendor, al contar con más de 310 integrantes, y se consolidó como una de las más grandes y reconocidas del país.

Susan Quezada, directora general de la banda de guerra, explica que esta está dedicada a Dios. “Todo lo que hacemos es para honrarlo y glorificarlo. Los principios y valores que transmitimos son cristianos, y eso se refleja en el comportamiento de los jóvenes. Nuestra comunidad educativa se esfuerza por mantener la unidad y la amistad entre colegios”, explica.

“A lo largo de los años, hemos sido galardonados en múltiples ocasiones por el Ejército de Guatemala, reflejo de nuestro compromiso con los valores cívicos y la excelencia institucional”, explica Quezada.

La Banda de Guerra del Colegio Jardín de las Rosas se ha destacado ampliamente. Entre sus más altas distinciones se encuentra la Orden del Quetzal en grado de Caballero, otorgada por el Gobierno de Guatemala y el Ministerio de Relaciones Exteriores, como reconocimiento al aporte cultural y cívico de la institución al país.

Fotografía de la banda escolar jardín de las rosas
La banda de guerra 2025 se mantiene activa en diferentes eventos. (Foto Prensa Libre: Jardín de las Rosas)

Uno de los eventos que consideran históricos es el desfile de los 104 años del colegio, celebrado en agosto del 2025, cuando 30 bandas participaron en la avenida Santa Cecilia. Lo llamaron “Desfile de los grandes de ayer, hoy y siempre”.

Quezada comenta que actualmente se cuenta con 105 integrantes. “Hoy en día estamos formando un semillero: tenemos niños desde 5 años que se empiezan a preparar. Eso es importante porque los jóvenes necesitan actividades sanas para no desviarse. Frente al riesgo de pasar demasiado tiempo en internet o redes sociales, buscamos que se involucren en actividades físicas y con valores. La banda es como una familia”, asegura. La misma Quezada fue estudiante del colegio y miembro de la banda en su adolescencia.

“Cuando entré a primero básico, había muy pocos instrumentos. Le pedí a mi mamá que me comprara uno, y aún lo conservo: mi redoblante, con mi nombre, que todavía usan los músicos. Luego pasé a otros instrumentos y terminé tocando bombo en mi último año. Eso me permitió conocer distintas áreas de la banda”, recuerda.

Los jardinistas —como se hacen llamar en honor del nombre del colegio— ensayan de manera regular. Quezada hace énfasis en que la disciplina es clara: deben cumplir sus deberes, ser responsables y cuidar su conducta.

Fotografía de archivo de jardín de las rosas
Una fotografía de 1962 que muestra parte de las primeras décadas de la banda. El entusiasmo pervive entre los jóvenes miembros. (Foto Prensa Libre: Cortesía Jardín de las Rosas)

La ilusión de la banda

Para José Luna, de 19 años y comandante de la banda, siempre existió la ilusión de pertenecer a este grupo. “Entré en primero básico, justo cuando llegó la pandemia, así que solo ensayamos unas seis veces y todo se detuvo. En 2022 retomamos actividades. Mi primer desfile fue sin uniforme completo porque aún no lo teníamos. Nunca entré con la intención de ser comandante, solo quería pertenecer”, afirma el joven.

Una parte de sus responsabilidades consiste brindar el ejemplo. También dirige a los niños y trabaja de cerca con los encargados de cada área (clarines, xilófonos, cajas y bombines, entre otros).

Luna recuerda que la primera vez que lo pusieron a comandar fue en la Plaza España, durante la carrera de la 21-K. “Estaba nervioso y sentía que no podía, pero mis maestros me motivaron y logré hacerlo. Desde entonces me he sentido seguro”, dice.

Colegio El Rosario

Su historia comenzó en agosto del 1954, cuando los fundadores del plantel, doña Rosa y don José Haranzen, “ven el atractivo en otros países que hay bandas femeninas y se plantean traerlas a Guatemala”, según relata el profesor Luis Antonio Quiñones, encargado general de la banda.

La primera directora fue la estudiante Judy Fuentes, y la banda inicial era modesta. “Fueron dos bombos y seis redoblantes del primer año. De ahí, se logró comprar dos liras, las cuales todavía están en uso”, comparte Quiñones.

El primer reconocimiento llegó en 1964, cuando la banda ganó “un concurso organizado por un canal de TV  y una librería llamada La Lectura. Ellos organizaron el primer concurso nacional de bandas en Guatemala. Y la banda del Rosario es la que obtiene el primer lugar”, recuerda Quiñones. Lo significativo de este triunfo fue que “no había divisiones, sino que ellas entraron a competir con todos. O sea, varones, niñas... fue indistinto”.

Según relata el profesor, la banda del Rosario tuvo el honor de recibir al papa Juan Pablo II durante su visita a Guatemala. “Fueron ellas las que le dieron la bienvenida”.

La filosofía educativa del Rosario se fundamenta en la formación integral. Como explicaba la fundadora: “Tener un primer lugar no es presumirle al otro, sino que es enseñarle que todos somos líderes, y como líderes tenemos que dar ejemplo”, explica.

La pandemia representó un punto crítico. El último evento antes del confinamiento fue “un concierto de marchas fúnebres” en la iglesia de Santa Marta, que Quiñones recuerda como “un anuncio de todo lo que se venía”. La banda mantuvo comunicación virtual durante el confinamiento, y en el 2023 regresó a los ensayos presenciales.

Actualmente, la banda mantiene su estatus de banda musical con capacidad de interpretar “desde un ritmo de Latin band hasta un toque de guerra”. Su repertorio incluye tanto música guatemalteca como internacional, adaptaciones de música de época y colaboraciones con otras instituciones.

Fotografía histórica banda escolar colegio el rosario
El Colegio El Rosario impulsó una de las primeras bandas femeninas en Guatemala, desde 1954. (Foto Prensa Libre: Cortesía Colegio El Rosario)

Instituto Normal Casa Central

En el Instituto Normal Casa Central, la historia de su banda comenzó con una alumna decidida. Era  1955, y Ángela Panameño, estudiante del plantel, propuso que el colegio participara en el desfile del 15 de septiembre. Su idea no preveía una banda como tal, sino la participación estudiantil en los bloques que tradicionalmente marchaban.

“Esa fue la primera vez que sale el colegio a desfilar para un 15 de septiembre”, explica el profesor Mario David Vázquez, actual instructor de la banda.

Al graduarse, Panameño se incorporó a la compañía de las Hijas de la Caridad, en coherencia con la naturaleza religiosa del colegio.

El éxito de esa primera participación motivó a sor Filomena Roche, de origen francés, a formalizar la participación musical del colegio. “Hubo muy buenos comentarios referentes a la participación”, relata Vázquez.

Para 1958, la banda ya contaba con su primera comandante oficial: Gilda Salazar, quien inicialmente era llamada “batonista”, pero que Casa Central reconoce como su primera comandante.

La inversión en instrumentos de calidad marcó el desarrollo de la banda. “Las hermanas invirtieron muy bien”, explica el profesor Mario Romero, encargado de la coordinación de la banda. “Compraron redoblantes, clarines y bombos. Esos fueron los inicios propiamente de la banda como tal”.

Fotografía de archivo de la banda de Casa Central
El Instituto Normal Casa Central consolidó una tradición de enseñanza musical entre estudiantes desde 1958. (Foto Prensa Libre: Cortesía Casa Central)

Los reconocimientos llegaron pronto. En 1965, 1967 y 1992, Casa Central obtuvo el primer lugar en los desfiles del 15 de septiembre, al competir como banda femenina y colegio privado.

Actualmente, la banda está en la cuarta generación de directores. Vázquez asumió el cargo el 1 de junio del 2006 y ha transformado la agrupación de una banda de guerra tradicional a una más completa. “Nosotros ya hemos incorporado más instrumentos, como los xilófonos, liras, cajas de golpe eco, cajas de resonancia cuádruple, bombines”, explica.

Este año, la banda alcanzó su mayor número de integrantes: 96 estudiantes, resultado de un proceso de unificación que incluye alumnas de primaria, básicos y diversificado.

La tradición pedagógica de Casa Central es particular: “Las alumnas son las que instruyen a sus propias compañeras. Y nosotros las supervisamos y corregimos”, explica Vázquez. Este sistema de enseñanza entre pares ha demostrado ser efectivo durante casi 70 años.

La banda cuenta con marchas propias, como la Marcha Vicentina, Delfines en el aire, Nueva generación y Gaviota, entre otras composiciones para la línea de vientos. También han adaptado repertorio contemporáneo: “Tenemos Misión imposible, Piratas del Caribe, La cumbia sin aguja, Carnaval de Celia Cruz”, enumera Vázquez. “Nosotros no somos banda latina, pero le hicimos los arreglos para que la pueda ejecutar una banda tradicional”.

La pandemia representó un desafío. “La banda seguía trabajando de forma virtual”, relata Vázquez. “Únicamente empezamos con 34 alumnas en el 2022 por ese miedito que todavía existía”. La recuperación ha sido notable: de 28 alumnas en el 2006 a las 96 actuales.

Banda actual del Instituto Normal Casa Central
La Casa Central adaptó repertorios clásicos y modernos, con la incorporación de bandas sonoras de cine y música popular a su banda. (Foto Prensa Libre: Cortesía Casa Central)

Colegio la Patria

El Colegio La Patria fundó su banda en 1964, y se sumó al grupo de las que se establecieron como pioneras del movimiento de bandas escolares. Los fundadores fueron los hermanos Adán y Ábner Herrera, quienes “empezaron con disciplina con base en que ellos eran sobrinos de Río Osmón”, según explica Luis Ángel, exalumno e instructor actual.

“La disciplina de la banda” tiene estas raíces militares, y durante las décadas de 1980 y 1990, La Patria competía directamente “con colegios de renombre”.

Los acuerdos de paz de 1996 representaron un momento crucial para todas las bandas guatemaltecas, pero La Patria tuvo una respuesta particular. “Hubo un año que suspendieron totalmente los desfiles. Y el colegio La Patria fue el único  que se alzó y  desfiló en  1997”, relata Robin, excomandante.

“Hubo un grupo de alumnos que fueron incluso al Ministerio de Educación a pedir autorización para poder salir, y les dijeron que el 15 en la mañana no podían, pero durante la izada de la bandera sí. Y fue el único colegio que lo pudo lograr”, recuerda.

Esta resistencia simboliza el carácter de la institución: “La banda nunca estuvo suspendida de todos los colegios” durante ese período crítico.

Los logros históricos de La Patria incluyen el pentacampeonato, el reconocimiento del Ejército con la Orden de Aire, Mar y Tierra, y la Orden José Rölz Bennet de la Municipalidad de Guatemala, “por los aportes cívicos a la Nación”, entregada por el entonces alcalde Álvaro Arzú.

El tradicional desfile para conmemorar la independencia del pa’s se desarrolla en el Centro Hist—rico, adonde cientos de familias acuden para apreciar las bandas m‡s importantes.

El tradicional desfile c’vico para conmemorar los 204 a–os de independencia patria se desarrolla en el Centro Hist—rico capitalino

Foto: 
BYRON RIVERA 
15/09/2025
El Colegio La Patria fundó su banda en 1964, y defendió esta tradición en los desfiles tras los acuerdos de paz. (Foto Prensa Libre: Byron Baiza)

Sin embargo, como en la mayoría de instituciones educativas, el desafío mayor llegó con la pandemia. “Estuvimos, ¿qué?, tres años fuera”, explica Marvin, instructor actual. “Fue empezar de cero. Era una banda en la que  nadie sabía tocar”. La recuperación fue posible gracias al apoyo de antiguos estudiantes: “Si no hubiera sido por el apoyo de los exalumnos (...), no hubiéramos salido”.

Daniel, excomandante general, vivió esta transición de manera particular: “Yo fui la última generación antes de la pandemia. Yo entregué mi comandancia en el 2019 sin saber que iba a haber una pandemia”. De toda esa generación, “únicamente un alumno” permaneció, y “hoy por hoy es el comandante general”.

Actualmente, la banda cuenta con 185 estudiantes activos, lo que la convierte en una de las más numerosas del país. La mayoría la integran “músicos” formados tanto dentro como fuera del colegio.  “Nuestros instructores son músicos;  la mayoría, también profesionales”, afirma Daniel.

La estructura musical de La Patria incluye “melodías lisas y melodías que se entonan con trompetas”, lo cual les ha permitido competir en diferentes categorías, cuando existían las competencias. Mantienen tradiciones propias con “marchas que el colegio ha creado a través de los exalumnos”, afirma.

Sonidos de la actualidad

Mientras las bandas centenarias mantienen vivas las tradiciones, Guatemala ha expandido su horizonte musical hacia nuevos géneros y escenarios internacionales.

Hoy, el país cuenta con cinco géneros de bandas: bandas de guerra, bandas latinas (surgidas en  1996), marching bands (iniciadas en el 2002), drum and bugle corps y showbands.

La transformación hacia nuevos géneros ha sido radical. El ritmo militar ha evolucionado hacia un nuevo estilo conocido como banda latina, y ahora muchos marchan al son rítmico de cumbia, vallenato, samba y otras melodías latinoamericanas.

Mientras las bandas tradicionales mantienen la solemnidad de las marchas clásicas, las bandas latinas atraen a estudiantes con ritmos familiares de cumbia, merengue y salsa.

Las marching bands ofrecen espectáculo visual, además de musical, y las drum and bugle corps se especializan en percusión de alta precisión.

Este 15 de Septiembre, se reœnen en la plaza central, distintas instituciones para celebrar la independencia de Guatemala, 204 a–os han transcurrido y los guatemaltecos lo celebran a lo grande con la presentaci—n de las bandas. 

Prensa Libre: Emilio Chang: 15/09/2025
Las marching bands y showbands introdujeron coreografías y espectáculos visuales en la tradición guatemalteca. (Foto Prensa Libre: Emilio Chang)

Pedro Molina

Esta evolución ha llevado a las bandas guatemaltecas a escenarios impensados. La Banda Pedro Molina, perteneciente al Instituto Pedro Molina, de Coatepeque, ha sido seleccionada para representar a Guatemala en el tradicional Desfile de las Rosas en Pasadena, California. Ellos interpretan banda latina.

Osorio Sandoval

Esta innovación, que comenzó en 1996, cuando “el Colegio Osorio Sandoval, de la zona 21 de la Ciudad de Guatemala, rompe el esquema a través de un instructor de El Salvador” —según documenta el primer artículo de este especial—, ha democratizado aún más la participación estudiantil.

El colegio Osorio Sandoval fue uno de los pioneros en el formato de bandas latinas. (Foto Prensa Libre: Cortesía Colegio Osorio Sandoval)

Mixto Belén

El formato marching band  también encontró su lugar en Guatemala. Este formato incorpora coreografías complejas y formaciones dinámicas que contrastan con la marcha tradicional.

Búhos Guatemala se identifica como la primera marching band del Colegio Mixto Belén, establecida en el 2002, según menciona el investigador Samuel Osoy, quien comenzó con  ese formato en este establecimiento.

Fotografía de la banda búhos del colegio mixto belén
La banda Búhos Guatemala destaca por su formato marching band. (Foto Prensa Libre: Cortesía Samuel Osoy)

Cohesión Social

Los números actuales revelan la magnitud del fenómeno. Con aproximadamente mil 250 bandas que involucran a 125 mil jóvenes en todo el país, Guatemala mantiene “el movimiento escolar más grande que existe, superando a cualquier deporte”, como documenta la investigación de Osoy.

Este movimiento trasciende lo puramente musical. Las bandas escolares se han convertido en instrumentos de cohesión social y prevención de la violencia.

La variedad de géneros ha permitido que más jóvenes encuentren su espacio musical.

Adaptación a los nuevos ritmos

El futuro del movimiento parece asegurado, gracias a su capacidad de adaptación. Desde aquellos primeros tambores militares del siglo XIX hasta las complejas coreografías contemporáneas, las bandas guatemaltecas han demostrado una versatilidad que las mantiene vigentes.

Cada septiembre, cuando miles de jóvenes marchan por calles guatemaltecas, se escucha no solo música, sino el eco de una tradición que continúa escribiendo historia al compás de nuevos ritmos y aspiraciones.

ESCRITO POR:

Belinda S. Martínez

Periodista de Prensa Libre del área de bienestar y cultura.