¿Cree usted en algún mito relacionado con los eclipses? probablemente su respuesta sea no, lo cual es comprensible, después que la ciencia ha avanzado tanto y en pleno siglo XXI se conocen las respuestas a muchas interrogantes.
No obstante, las antiguas civilizaciones tuvieron que recurrir a la religión e incluso a la imaginación para tratar de explicar ciertos fenómenos de la naturaleza.
Fácil es, entonces, comprender lo terrible que significó para ellos que en plena luz de día el sol dejara de alumbrar y que en los casos afecciones visuales —producto de recibir el primer rayo del sol después del eclipse—, fueran tomadas recibidas como un castigo.
Igual de comprensible es el miedo que sentían las culturas que dependían de la agricultura cuando a media noche la luna poco a poco se extinguía hasta desaparecer por unos instantes.
Mundo antiguo
En algunas culturas, por ejemplo, al ocurrir un eclipse de sol, pensaban que era un momento donde los demonios o animales consumían al astro rey. Los vikingos veían lobos que buscaban atrapar al sol y que cuando conseguían atraparlo se daba el eclipse.
En los antiguos habitantes de Vietnam, la creencia era que un sapo se come al sol o la luna, y en Kwakiutl, un pueblo en las costas de Canadá, la gente suponía que el sol era consumido por la boca del cielo. En Corea pensaban que perros de fuego se robaban al sol.
Una de las historias más elaboradas es la hindú, donde el demonio Rahu se disfraza para probar un elixir que le dará la inmortalidad. El sol y la luna lo notan y se lo cuentan al dios Vishnu, quien le corta la cabeza antes de que el elixir pase por su garganta. Por tanto la cabeza inmortal de Rahu sigue rondando los cielos y tratando de atrapar al sol y la luna. Cuando lo logra, se produce un eclipse.
Junto a estas creencias también se idearon formas para “ayudar” al sol o la luna a recobrar su brillo, Así, por ejemplo, en muchos de estos pueblos la principal costumbre era hacer ruido, para ahuyentar al demonio o animal. Para esto se golpeaban tarros u ollas para que se fuera y dejaran en paz a los cuerpos celestes.
Otras culturas aprovechaban estas fechas para compartir en familia y, en el caso de los antiguos culturas de América Latina, creían que cuando había un eclipse total de sol, la luna y el sol estaban haciendo el amor, entonces ellos celebraban este suceso.
Mitos modernos
Las sociedades modernas no escapan a estas inquietudes. Uno de los mitos más extendidos es la creencia de que los eclipses afectan a las mujeres embarazadas y a sus hijos de manera negativa, sin embargo, la ciencia se ha encargado de comprobar que eso no es cierto.
Se menciona que los eclipses se comen la piel de los bebes en el vientre de las mamás, y para evitar malformaciones o niños con labio leporino las mamás deben usar un segurito en la ropa frente al vientre, usar ropa interior roja, usar una cinta roja en la cabeza o en el vientre, esconderse de la luz de la noche o el día dependiendo de cuando ocurra el eclipse, o colgarse unas llaves de cobre durante el eclipse.
También se han escuchado testimonios de malformaciones de bebes que nacen con labio leporino u otro padecimiento cuando el embarazo ha transcurrido durante un eclipse, pero se ha determinado que todo es casuístico.
Es decir, así como nacen bebes con estas enfermedades cuando las madres se han expuesto a estos fenómenos, también nacen otros cientos o miles de bebés cuando los embarazos no han transcurrido durante un eclipse.
Otra falsa creencia sobre estos fenómenos es que no se puede observar al sol cuando está totalmente cubierto, al respecto cabe destacar que es verdad que el sol puede dañar los ojos, pero solo si se lo mira directamente no cuando está totalmente cubierto, porque no irradia la misma luz dañina.
También es completamente falso que, cuando un niño nace “debido a un eclipse”, ese niño tendrá dotes especiales, como ser más inteligente.
Los eclipses de sol son un momento fascinante de la naturaleza y es bueno aprovechar para verlos y conocer cómo se producen. Si no se quiere perder el momento cuando el sol se descubre y lanza el primer rayo la recomendación es verlo con un filtro.
Lunares en la piel
También se menciona que si observamos un eclipse lunar se nos manchará la piel, lo cual también es falso puesto que la formación de lunares o es un proceso ligado a los melanocitos, las células que se encargan de producir el pigmento en la piel. Esto funciona siguiendo un programa heredado de los padres, y sí se altera con la exposición prolongada al sol.
En cuanto a los eclipses lunares estos son completamente inofensivos y no causan daño alguno. La conclusión es que estos fenómenos no causan ningún daño “sobrenatural”, pero el desconocimiento de estos provoca que las personas no disfruten el espectáculo que los astros ofrecen.
De hecho, con los eclipses de luna tampoco se necesitan filtros para observarlos, ya que la luz sobre este satélite es completamente inofensiva para el ojo humano.