Suárez aguantó hasta el 2 iguales, y desde ese momento la pequeña de las hermanas Williams le endosó 10 juegos seguidos, en un partido sin apenas ritmo, con puntos que se cerraban en tres o cuatro golpes.
Al inicio del choque, Williams impuso la rotundidad de su saque para marcar las diferencias, mientras Suárez, con menos potencia, sacaba adelante como podía sus saques.
La estadounidense no quería esperar, no quería entrar en un intercambio de bolas que beneficiaba a Suárez, por eso, si su saque no le ponía en franca ventaja el juego, enseguida intentaba un golpe ganador (29 en total).
En el sexto juego se acabó el partido. Williams logró romper el servicio a la tenista española, que, en su búsqueda de bolas muy profundas, erró en varios golpes que se fueron más allá de la línea de fondo.
Apoyada de nuevo en su saque, Williams confirmó el quiebre del servicio y puso pie y medio en el segundo set, que cerró tras romper nuevamente el saque a la canaria.
Y es que no era el día, o la rival estuvo inexpugnable, para que Suárez pudiese repetir la victoria sobre la otra de las hermanas Williams, Venus, a la que ganó en cuartos de final, a pesar de que recibió un 6-0 en el primer set.
La historia tampoco le era propicia, con cuatro derrotas ante Williams, todas ellas abultadas, y con una número uno del mundo imbatida en lo que va de año, con 21 triunfos consecutivos.
En su segunda final del año, tras la de Amberes en febrero pasado, en la que finalmente no pudo participar por molestias físicas, Suárez apenas logró tres golpes ganadores y un 26 % de puntos logrados con su segundo saque y así ante Williams es imposible.
Con 3-0 en el marcador, la tercera tenista española que más alto ha llegado en el ránking de la WTA, tras Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, se rindió y dejó que pasasen los juegos lo antes posible.