En la explanada de la Torre Hassan, tras escuchar al rey Mohamed VI, el papa afirmó que la llegada de estas personas que huyen “nunca encontrará una solución en la construcción de barreras, en la difusión del miedo al otro o en la negación de asistencia a cuantos aspiran a una legítima mejora para sí mismos y para sus familias”.
“Vosotros sabéis cuánto me preocupa la suerte, a menudo terrible, de estas personas que en gran parte no dejarían sus países si no estuvieran obligadas a hacerlo”, dijo en su discurso aplaudido en varias ocasiones por miles de personas presentes a pesar de la incesante lluvia.
Recordó que el pasado diciembre se celebró la conferencia para un Pacto mundial para una migración segura, ordenada y regular y se aprobó un documento, pero que “queda mucho por hacer”.
Pues, insistió, que “es necesario pasar de los compromisos contraídos con ese documento” a un” cambio de disposición hacia los migrantes, que los afirme como personas, no como números, que reconozca sus derechos y su dignidad en los hechos y en las decisiones políticas”.
Pero sobre todo que “la grave crisis migratoria que se está viviendo” es una “llamada urgente para que todos busquemos los medios concretos para erradicar las causas que obligan a tantas personas a dejar su país, su familia y a encontrarse fuertemente marginadas, rechazadas”
Instó a Marruecos, en el que actualmente hay 80 mil inmigrantes subsaharianos, según datos de Naciones Unidas, y muchos de ellos viviendo en campos de refugiados tras su intento de llegar a España, a seguir siendo “un ejemplo de humanidad para los migrantes y los refugiados”.
Francisco, segundo pontífice que llega a Marruecos después del viaje de Juan Pablo II en 1985, también destacó en su discurso que el motivo de su visita es el de “promover el diálogo interreligioso y el conocimiento recíproco entre los fieles de nuestras dos religiones”.
Desde este “puente natural entre África y Europa”, hizo hincapié en la importancia de diálogo entre religiones para acabar con “las incomprensiones, las máscaras y los estereotipos que conducen siempre al miedo y a las contraposiciones y así abrir el camino a un espíritu de colaboración fructífera y respetuosa”.
El papa argentino, que ha visitado diez países musulmanes, aplaudió todas las iniciativas que detendrán “la instrumentalización de las religiones para incitar el odio, a la violencia y al extremismo, o al fanatismo ciego que se deje de usar en el nombre de Dios para justificar actos de homicidio, exilio terrorismo y opresión”.
En su alocución, Francisco también lanzó un mensaje a un país que no permite la conversión de sus ciudadanos musulmanes a que la libertad religiosa, “no se limite solo a la libertad de culto, sino que cada uno viva según la propia convicción religiosa que están inseparablemente unidas a la dignidad humana”.
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