FaroCiencia y fe
Exclusion de Dios, ruptura con Dios, desobediencia a Dios; a lo largo de toda la historia de la humanidad esto ha sido y es bajo diferentes formas el pecado, que puede llegar hasta la negación de Dios y de su existencia; es el fenómeno llamado ateísmo.
Los extraordinarios progresos realizados por la ciencia, particularmente durante los últimos dos siglos, han llevado a creer que la ciencia se encuentra en condiciones de dar respuesta por sí sola a todos los interrogantes del hombre y de resolver todos sus problemas. Mientras que para algunos es necesario elegir entre ciencia y fe, en realidad no existe motivo alguno para un conflicto tal. Sin embargo, muchos científicos se han empeñado en señalar la imposibilidad de entablar un diálogo sano entre ambas.
Estudios recientes muestran que el problema no sería por causa de la fe ni de la ciencia, sino más bien de algunos científicos, quienes en su mayoría rechazan el dato revelado y se declaran ateos, con sus consecuentes prejuicios y vicios metodológicos.
Según una investigación de la Universidad de Georgia, sólo el 40 por ciento de los científicos encuestados en Estados Unidos cree en Dios y en la existencia de una vida después de la vida, mientras que la mayoría rechaza la sola posibilidad de la existencia de un ser trascendente; el 45 por ciento niega la existencia de Dios y se declara ateo, y el 15 por ciento de se declara agnóstico.
Mientras la gran mayoría de la población no científica se reconoce creyente, en el ambiente de las ciencias domina el escepticismo. Esto es debido a que muchos científicos tienen prejuicios acerca de algunas verdades que enseña la fe tales como la creación, la vida después de la vida o la existencia de Dios, sobre las cuales la ciencia no tiene competencia.
La radicalidad del punto de partida ateo revela prejuicios que pueden distorsionar el propio trabajo científico, por lo que la mayoría de los hombres de ciencia suelen adoptar el ateísmo como una postura natural del quehacer científico, cuando en realidad es un vicio de método que ha llevado a desarrollar la ciencia en términos materialistas durante las últimas décadas; es la tentación de la autodivinización, tan vieja como el Génesis; es el rechazo arbitrario de la ley moral; es, finalmente, la trágica experiencia del mal.
La ciencia debe orientarse hacia los derechos fundamentales del hombre y hacia el verdadero bien de la persona humana. Debe considerarse parte de una cultura global e interpelarse siempre sobre el sentido y la condición de la existencia humana en la plenitud de la realidad.
La religión y la ciencia deben conservar sus diferentes características y su propia autonomía. Ni la religión está fundamentada en la ciencia, ni la ciencia es una extensión de la religión. Cada cual posee sus propios principios, sus modos de acción, sus diferencias de interpretación y sus propias conclusiones.
Píldora de humor.
– Pues mi doctor me dijo que en dos semanas estaría caminando.
– ¿Y lo logró?
– ¡Claro que lo logró!, si tuve que vender mi carro para poder pagarle.